Maestros
EL BLOC DEL CARTERO
Porque los queremos
Mi madre tiene 85 años y vive sola. En los últimos 7 años ha perdido a su hija mayor y a su marido. Por eso hay fechas en las que le cuesta salir de casa. Durante el confinamiento, aislada, ha aprendido a utilizar el WhatsApp, para ver fotos de sus nietos, y la tablet, para no depender de una televisión que solo habla de muertos. Aun así hablamos cada noche y es ella quien me anima y dice que todo pasará, que no nos preocupemos, que no necesita nada. Estas Navidades le he dicho que, espero, venga a casa en Nochebuena, a comer en Año Nuevo y me ha dicho que no, que es mejor no asumir riesgos de que pase algo y nos sintamos culpables. Al decirle que pasaría unas Navidades muy tristes, me ha dicho que lo triste sería que tu familia no te quiera ver, y no que no te vea porque te quieren, y que por eso nunca se siente sola. Lo económico es duro y lo superaremos. Pero nadie devolverá a nuestros mayores esos últimos años en los que se habían ganado disfrutar de la familia. En cambio, viven angustiados, lejos de todos. Que sepan que si están solos es porque los queremos.
Francisco J. Vélez Sánchez. Getxo (Bizkaia)
Por qué la he premiado… Por hablarnos de esa responsabilidad que no necesitamos que nos imponga un político.
Una educación para todos
Nunca entenderé que amar mi profesión se convierta en una amenaza para alguien. También me cuesta pedir perdón por trabajar a gusto en un colegio concertado. Y para colmo de males tampoco encuentro motivos para quejarme de la educación pública. Estoy en deuda con los maestros que me transmitieron en su día el valor de la enseñanza. Lo mismo intento hacer hoy, convencer a los chavales de que no existe nada más valioso que el esfuerzo y la exigencia. Pero, por lo que parece, esa no es la prioridad de la nueva ley educativa. Lo que importa de nuevo es que nos enfrentemos. A mí lo que me preocupa es desarrollar las capacidades de mis alumnos. Se me escapan los beneficios de atentar contra la libertad de elección de centro. Me importa llegar a clase y conseguir que los alumnos entiendan mis explicaciones y descubran que cualquier aula es como la propia sociedad, de lo más heterogénea y diversa, si bien algunos, desde su atalaya, creen que todo se reduce a un único sistema. Prefiero que los chavales oteen el horizonte sin miedo, con esperanza, y tramiten con consenso sus alegrías y sus penas, y no pongan en duda la supervivencia de ninguna forma de ver el mundo. Sería bueno desconfiar de quienes legislan desde la confrontación y el conflicto. Para llegar a alguna parte es preferible que el punto de partida no sea un lugar de desencuentro.
Julio Labrador Bagué. Fraga (Huesca)
Choca el culito
Estamos en plena pandemia y tengo un pequeño problema: debo limitar el contacto con mi nieto, Sergio, mi más preciado tesoro. De vez en cuando, paseo, solo de vez en cuando, porque soy persona de riesgo. También de vez en cuando lo veo. De lejos. A veces se me acerca. Se queda mirándome. Sus ojos me piden un beso que no puedo darle. Él amaga un abrazo, pero se contiene. «Aitona, choca el culito», dice en su lengua. Se vuelve de espalda a mí y espera mi contacto. Después me empuja suavemente, como con miedo. Se da la vuelta y me mira sonriente. «Ya habrá tiempo para más, ¿no?», dice. Yo sé que sí. Mientras esa mirada infantil me apunta, sé que todo es posible, que los problemas se solucionarán. Le creo.
Ángel-María González. Correo electrónico
La educación actual
A lo largo de la historia, ha habido siempre un pilar fundamental en la evolución: la educación. El hecho de transmitir los conocimientos adquiridos por las generaciones pasadas a la sociedad actual. Este trabajo lleva existiendo desde nuestros orígenes, pero es una ardua profesión que conlleva mucho esfuerzo a los profesionales de la docencia. No solo deben enseñar a las personas, sino que a veces deben sufrir un desagradable comportamiento. Sin embargo, como en todos los trabajos, hay muchos tipos de profesores, desde los que solo leen la lección hasta los que procuran hacer una clase más dinámica y entretenida. Por ello querría agradecer su vocación y remarcar el trabajo de los profesores que durante nuestra educación nos transmitían su pasión por los temas y nos animaban a seguir aprendiendo. Aquel profesor de Física que nos hacía querer entender el porqué de las cosas, o aquella profesora de Lengua que nos motivaba a leer en nuestras casas. Por desgracia, los profesores con esta capacidad de enseñar los podría contar con una sola mano.
Sergio Sanz Pérez. Correo electrónico
Confieso que he leído
Confesaré que confeccionar una lista con los 101 mejores libros me parece un ejercicio tan imposible como admirable. Si debiera indicar mis diez favoritos, diría que no tengo diez, sino todos los que he leído, no solo porque decidí leerlos y me gustaron, sino porque cada uno está asociado a un momento de mi vida. Por eso solo he releído excepcionalmente: no quería perder la magia de la primera vez. No me considero un lector empedernido, pero confieso que he leído, aunque mi lista sí es finita. Mi primer libro, excluyendo los puramente infantiles, fue El libro de las tierras vírgenes. Nefer Nefer Nefer despertó en mí el erotismo. Sven Hassel y Jean Larteguy me introdujeron en la aventura bélica. Mientras leía las vicisitudes de Guillermo de Baskerville, jamás imagine a Connery. Y también confieso que la regla de las primeras quince páginas de Eslava Galán, y que aplico desde siempre, me libró de La montaña mágica… y de muchos más. ¡Enhorabuena a los premiados!
José María Lorente Hernandis. Valencia
Lectura dominical
El descalabro económico de Venezuela ha provocado la desaparición, parcial o total, de cosas que se dan por sentadas y de las que uno se percata cuando se han recuperado, emigración mediante. El agua por los grifos, la luz en las bombillas, el combustible en las estaciones de servicio y el efectivo en los cajeros automáticos, junto con la seguridad personal o la libertad de prensa, son bienes escasos con el régimen de Maduro. Y de un aspecto particular de la libertad de prensa quiero dar parte: la desaparición de la costumbre de sentarse a hojear el periódico. Soy lector de prensa desde niño, cuando mi padre traía a casa los diarios locales El Carabobeño y Notitarde junto con El Nacional, con sus revistas dominicales. Él me pasaba las hojas de pasatiempos, viñetas, tiras cómicas, programación de las carteleras de cine y demás cosas que me interesaban. La afición continuó en la juventud, en la residencia universitaria caraqueña Monteávila, en la que pasé dos años peleando por los ejemplares de El Universal, con su madera protectora, en la mesa del tresillo del comedor. El chavismo ahogó a la prensa escrita negándole acceso al papel y, sin papel, desapareció mi costumbre. Los medios más valientes migraron al formato digital y otros, los más cómodos, se vendieron al régimen. Por eso agradezco, al cumplir con mi familia dos meses en España, haber recuperado, junto con el agua de los grifos o la luz de las bombillas, el placer de leer un periódico, ahora el ABC, un domingo por la mañana.
César Sánchez Roitz. Sevilla
Juego de caballeros
Poco se sabe del inventor del ajedrez. Alguien al que supongo una infancia atormentada y una noble educación. Qué genio se perdió la historia. El Rey cae con honor. Hay reglas y estrategia; orden y respeto al contrario. Sacrificio y gloria. Cuántas horas estudiándolo y qué poco hemos aprendido. Quien lo maquinó sabía de la buena estrategia que viene tras la derrota y de aceptarla. Por cierto, tras la partida, todas las piezas acaban en la misma caja.
Luis Bañeres. Bilbao