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Greta

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Greta

BLOC DEL CARTERO

La adolescente sueca despierta por igual devoción y rechazo. A la devoción puede objetarse que no conviene sacar de quicio los actos de alguien demasiado joven y con un bagaje limitado como para servir de guía; al rechazo, sobre todo cuando adopta formas virulentas, se le puede objetar… exactamente lo mismo. No puede desdeñarse la relevancia que ha adquirido su denuncia, quizá no tanto por méritos propios, o de los progenitores que la animan y la promueven, como por lo escandaloso de la inacción de tantos supuestos responsables respecto de algo que tiene detrás, con todas las limitaciones de las predicciones basadas en modelos, un considerable consenso científico. Lo que inquieta es que el personaje así creado lo inunde todo y tape otras voces, que acaso tengan más y mejor que decir.

LA CARTA DE LA SEMANA

El despertar de la primavera

El 28 de noviembre fue el Día Internacional del Maestro. Me gusta que la profesión de enseñar se siga llamando así. Pensar en quienes se han dedicado, se dedican y se dedicarán a la enseñanza como ‘maestros’ es un elogio y una responsabilidad. Ser maestro significa ser guía, ejemplo, fuente de conocimiento. Es autoridad amable, respeto, responsabilidad. Sobre todo, es saber comunicar el bien que significa aprender. Y eso solo puede darse cuando se posee. Por mi experiencia, no dudo de que cuando más he crecido es cuando he estado atenta a todo lo que nos enseñan los alumnos. He aprendido yo más de ellos que ellos de mí. A veces, en la monotonía de los días, se nos olvida bajarnos del estrado, mirar a los chavales y sorprendernos de ver tantos gestos que demuestran que están más vivos que nunca, esperando ese pequeño impulso que les permita comenzar a construir. Se nos olvida abanderarnos de la sencillez que predica el nombre que encarnamos, ‘maestros’, y valorar la fortuna de presenciar ese crecimiento, ese ‘despertar de la primavera’. Tenemos la profesión más bonita del mundo y hay que cuidarla siempre.

Clara G. (Correo electrónico)

Por qué la he premiado… Por reflejar con la elegancia de la sabiduría y la humildad el más bello oficio del mundo.


Fanatismo y fatalismo

La humanidad, que crece de modo exponencial, amenaza a su propio ecosistema. El problema es complejo y difícil de abordar, hay muchos parámetros y demasiadas cuestiones: pérdida de suelo fértil, agotamiento de fertilizantes, sobreexplotación pesquera, contaminación del agua, del aire… Por todo esto, es más fácil centrar la atención en paradigmas: antes el agujero de ozono, hoy el cambio climático. Esta tendencia hace que el problema parezca un poco más asible y permite avanzar. Pero si el paradigma se convierte en dogma, inevitablemente, aparecerán los acólitos y los detractores. Lamentablemente, eso ha pasado en la Cumbre del Clima de Madrid, donde se ha tomado como símbolo a Greta. Se afirma, sin sombra de duda, que esta activista ha movido más conciencias que nadie. ¿Pero las de quién? ¿De quienes ya estaban convencidos o de quienes no? Tras oír al presidente del país anfitrión de la cumbre decir «solo cuatro fanáticos niegan el cambio climático», uno se pregunta: ¿a qué cuatro fanáticos se refiere? ¿Tal vez a Estados Unidos, Rusia, la India y China? ¿Es posible que a nadie se le haya ocurrido pensar que si alguien tiene una actitud fanática de RAE es Greta y que los líderes de los países más poblados del mundo vean poco serio que una niña los increpe de forma arbitraria? Una cumbre se hace para convencer, empatizar, llegar a acuerdos, aunar propuestas y resolver problemas; pero si falta más de la mitad del mundo, solo es una reunión estéril más.

Juan Manuel López Vallina (Correo electrónico)


Pequeños cambios, grandes avances

Al finalizar mis estudios de doctorado, me encuentro en la delicada situación de escoger entre seguir mi carrera en la tierra que me ha formado o emigrar en busca de grandes oportunidades. España parece ser una excelente fábrica de formación de científicos de la que aprovecharse. No logro entender por qué invertir tanto tiempo y recursos en formar a profesionales cuyo talento será quizá aprovechado por grandes multinacionales internacionales. Yo, por ejemplo, he recibido casi diez años de formación (grado, máster, doctorado) subvencionada mediante becas por instituciones públicas. ¿Es que no quieren generar un retorno sobre la inversión? ¿O todo esto forma parte de un plan holístico aún más ambicioso y arriesgado? Como miles de estudiantes que emigran, yo estaría deseando volver a España aun cuando las condiciones no fueran tan favorables, pero sí aceptables. En ese caso, la previa inversión se vería altamente recompensada, pues no solo volvería el talento y la profesionalidad en la que han invertido. Además, traeríamos con nosotros la experiencia, el conocimiento y el saber hacer que destacan y ejemplarizan grandes empresas e instituciones de ciertas localidades. Si la ciencia y la tecnología son los motores de un país, solo hace falta refinar las políticas para atraer de vuelta ese motor y llevar nuestro país a la cabeza de la innovación.

Lluís Llorens Palomo (Barcelona)


¡Dejadnos en paz!

No sé por qué, cuando un colectivo apolítico se une para reivindicar un propósito digno y coge fuerza, aparecen como de la nada quienes quieren apropiarse del movimiento, poner sus siglas y colgarse las medallas. Tres ejemplos: 1.º Hace décadas (cuando era estudiante), fui con dos compañeros de clase al Gobierno Civil para declararnos objetores de conciencia. Rellené un impreso, con la fotocopia del DNI, mi firma y ¡solucionado! Borrón y cuenta nueva (como había pasado antes en Portugal), y 30.000 objetores en España nos libramos de jugar a los soldaditos. Luego se apropiaron del colectivo los borregos, los que decían la mili sí con ETA militar; estos fueron a las bravas y a muchos les tocó chupar cárcel por negarse a hacer el servicio militar. 2.º Los pensionistas llevan luchando varios años para asegurarse (y asegurarnos) unas pensiones dignas. Tienen diversas ideologías políticas, pero están unidos por un bien común. Ahora llegan los de las siglas políticas y los convocan a una huelga general. Ya han dinamitado al colectivo pen-sionista metiendo la zarpa donde no deben. ¿Por qué no los dejáis en paz? 3.º Greta Thunberg navega en un catamarán  ecopijo para llegar a la Cumbre del Clima en Madrid. Un contaminante helicóptero la sigue de cerca por si sufre algún percance. No dudo de la buena fe en sus discursos ni de que nos estamos cargando el planeta a golpe de talonario (todos somos culpables). Pero ¿sabes, Greta, que te están convirtiendo en un producto de los que aborreces?

Rafa Zamora Sancho (San Sebastián)


Compromiso

Él sabía que faltaba poco. Cuando el médico se lo confirmó cogiendo su mano, el paciente miró a los ojos del facultativo y le dijo: «Gracias por la atención que me ha dado todos estos años en los que me acompañó como profesional y como persona. Solo me queda pedirle que rece por mí». El médico sabía que era una petición seria. No solo por el modo de expresarla, sino por el conocimiento personal del paciente: serio, cordial, religioso, liberal y discreto. Por ello reflexionó un día entero cómo cumplir su petición. ¿Cómo haría él, agnóstico, especialista con amplia experiencia en ensayos clínicos y líder de un grupo de investigación traslacional, para abandonar el rigor científico y rezar sin convencimiento por su paciente con el que tanta confianza y buena relación tuvo? Evidencia científica y creencia, ese es el dilema. Al leer un texto de Medicina y filosofía, halló la clave: «La relación médico-paciente se fundamenta en una creencia, no en una evidencia; la creencia de que el profesional hará por el enfermo en todo momento lo adecuado para el mejor beneficio, contando con su opinión, con el menor perjuicio y de modo justo». Esa tarde, el facultativo entró en la capilla del hospital a orar.

F. J. Barón Duarte (A Coruña)


Las leyes del poder

Los filósofos griegos, 600 años antes de Cristo, ‘inventaron’ la democracia y la política, subordinándola a la ética. Fue Maquiavelo, hacia el 1530, quien, disconforme con los antiguos, en El príncipe decía que la política implica atender situaciones y tomar decisiones que no responden necesariamente a la moral, sino a las «leyes del poder». Consideraba así que el fin de la práctica política es conservar exitosamente ese poder. En otras palabras, la clase política y sus intereses se antepondrían al desarrollo individual y el de su colectividad. Es frecuente ver actuar a políticos que priorizan el arrumbe y desestabilización del contrario antes que la búsqueda de consensos lo más amplios posibles. El abordaje y resolución de las cuestiones relevantes para el futuro es evitado por una parte significativa de la clase política, que parece afanarse en poner al día el manual de Maquiavelo y sus ‘leyes del poder’. Quino lo expresaba magníficamente por boca de Mafalda: «Como siempre, lo urgente no deja tiempo para lo importante». Y así seguiremos si no nos damos cuenta dónde fallamos, que no es tanto en cuestiones de conciencia política como de conciencia de sí y de ética personal.

Gerardo Hernández Zorroza, Getxo (Vizcaya)


Legislar sobre la bandera

Quisiera comentar la carta Banderitis, de Manuel Monterrubio Gala. Noto en su definición de ‘banderitis’ que es una «afección» que debe afectar solo a la bandera de España. Craso error. Sin salir de nuestro país, hay muchos casos que afectan a otras banderas, como las de las comunidades autónomas de Cataluña, Euskadi, Galicia, Andalucía… Las he visto ondear en muchos actos en los que, además de ‘apropiarse’ de ellas, sus ondeadores las engalanan, casi siempre con estrellas rojas (esa misma que causó estragos en el gulag soviético y otros países). También me llama la atención que se diga que la bandera española ha sido «apropiada» por los partidos de derechas. No es cierto. Al menos no me consta que hayan prohibido a nadie su uso. Es una bandera de todos y, si no la usas porque prefieres otras tricolores, es tu elección, no una prohibición de ningún partido. Y en cuanto a que habría que legislar sobre su uso, completamente de acuerdo: no conozco ningún país en el que el uso de la bandera se limite a edificios públicos, actos oficiales, etcétera, estando prohibida para cualquier otra cosa. En cambio, sí hay muchos países en los que sonarse los mocos con la bandera nacional, arrastrarla despectivamente por el suelo o quemarla es un delito penado severamente. Sí debería legislarse sobre el uso y el respeto debido a la bandera.

Manuel Luaces Marco (Lugo)

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Autónomos

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Autónomos

EL BLOC DEL CARTERO

Rinde homenaje la carta de esta semana a los autónomos. Esa especie humana que nunca sufre resfriados o gripes incapacitantes para la labor, y que en algún caso la sostiene con males aún peores; esa clase de contribuyentes que se ve apremiada por las autoridades a pagar impuestos y cotizaciones incluso cuando no tiene rendimientos ni capacidad para ello, porque alguien ha de tapar los agujeros que deja en las cuentas públicas la destreza de los más adinerados para escurrir el bulto; ese colectivo de supuestos emprendedores que una y otra vez, visto lo que dan de sí sus emprendimientos, se sienten más bien emprendidos y rehenes de una decisión temeraria. Pero sí: son sus propios jefes y, en tanto sobreviven, saborean una escalofriante libertad.

LA CARTA DE LA SEMANA

Autónomos

Tiene 34 años. O 55. O 23. No importa. Estudió una carrera. Derecho. O Arquitectura. O Periodismo. No importa… Son autónomos. Emprendedores. Freelancers. Sí importa que cada día, llueva o nieve, nadie les asegura sueldo, trabajo ni estabilidad. Cada mañana comienza una lucha, sin cuartel, ante un mundo globalizado y superpoblado cada vez más hostil y competitivo. Algunos pocos alcanzarán éxito y fama. La mayoría caerá en el olvido. Un autónomo jamás enferma ni descansa más de una semana. Y para qué mencionar las retenciones de IRPF o adelantar un IVA que no se ha cobrado, cotizaciones sociales estratosféricas… ¿Quién en su sano juicio elige esta senda? Sed conscientes, autónomos, de que sois los verdaderos creadores de riqueza. Sin vosotros, el país no funcionaría. Lo que parece vuestra mayor debilidad es vuestra mayor fuerza: vuestra libertad. No tendréis monumentos, pero desde esta carta os saludo.

Javier Guajardo-Fajardo Puente, Mairena del Aljarafe (Sevilla)

Por qué la he premiado… Por la audacia de escribir una oda tal a quienes quizá no contaban con recibirla.


Las promesas que no cumplió el señor Rajoy

He leído la entrevista que hizo el XLSemanal al expresidente del Gobierno Mariano Rajoy con ocasión de la presentación de su libro Una España mejor. Me han llamado la atención en especial las respuestas a dos cuestiones fundamentales: 1) Sobre el cumplimiento o no del programa electoral y los impuestos. 2) En relación con «la herencia que recibió de Rodríguez Zapatero». Respecto a la primera, Rajoy contesta: «¿Qué promesas no cumplí?». Considero muy poco serio, para los ciudadanos que lo votamos, que el señor Rajoy tenga la ligereza de ‘olvidar’ las promesas que hizo en su programa electoral de 2011. Le recordaré las más importantes: bajar los impuestos a los españoles, derogar las leyes promulgadas por el PSOE (Ley de Memoria Histórica, Ley de Educación para la Ciudadanía y Ley sobre el Aborto), reformar el poder judicial para que los jueces sean elegidos por los jueces y no por los partidos políticos, revertir las medidas y los acuerdos que pactó ZP con la organización terrorista vasca. Respecto a la segunda cuestión, habla de la herencia recibida de Rodríguez Zapatero: ruptura del pacto contra el terrorismo y la reforma del Estatuto catalán, y el exceso de déficit público. Quiero recordarle al señor Rajoy que tuvo más de 11 millones de votos y 185 diputados. Una mayoría absoluta para poder «restaurar el pacto contra el terrorismo, hacer las reformas en el Estatuto y hacer cumplir la ley en Cataluña desde el primer minuto; y, en cuanto al déficit, hacer las reformar estructurales necesarias que necesitaba España». Dejó pasar una legislatura sin nacer nada de lo que pedía la mayoría de los españoles y por eso perdió más de 4,5 millones de votos, y eso lo hace responsable, por omisión, de la grave situación política que en estos momentos vivimos.

José Martín Escudero (Zaragoza)


Los tabúes de la salud mental

Según la Organización Mundial de la Salud, más de 700 millones de personas sufren en la actualidad enfermedades mentales. En España, alrededor de un 15 por ciento de la población presenta algún problema de salud mental, pero cuatro de cada diez españoles no se han planteado nunca ir al psicólogo. ¿Es acaso un delito necesitar ayuda para ordenar tus pensamientos o sentimientos? Personalmente, no creo que lo sea, y creo que esto debería dejar de ser un tabú en la sociedad. ¿Ustedes no van al médico cuando se encuentran mal físicamente? Pues esta situación es la misma, si te encuentras mal mentalmente, hay médicos para curarlo, y esos son los psicólogos. Dicho esto, no comprendo totalmente por qué he de esperar cerca de doscientos días para recibir atención médica por parte de un profesional que me ayude a mejorar mi salud mental. ¿Por qué no recibo una cita instantánea como cuando solicito cita a mi médico de cabecera? Tal vez, este tabú mejore en el momento en que incluyamos más psicólogos en la Seguridad Social o en el momento en el que una persona que acude a una clínica para recibir ayuda por enfermedades mentales deje de ser esta tratada como una loca.

C. C. P. Santander (Cantabria)


¿Necesito tanto?

La cumbre del cambio climático se oye, se ve y no se escucha. Al menos parece una ironía a ojos de quien quiera ver. Mires por donde mires, hay consumismo a todo gas. El pasado puente no se podía andar por Madrid. Las tiendas, a rebosar. Consumir y consumir con una media de trescientos euros por persona. Las carreteras y aeropuertos, atestados. ¿Y las personas? ¿Decimos que estamos concienciadas? Por favor, seamos honestos. ¿Cuántos paquetes de regalos recibiremos cada uno? ¿Uno? Y los niños… ¿cuántos juguetes? Al menos dos o más. Y luego qué haremos con lo viejo, lo usado, lo que ya no nos sirve porque nos hemos cansado de ello: reciclar o tirar al contenedor de la basura sin ninguna conciencia. Que eso que tiramos necesitó agua, materiales de la naturaleza, que tuvo vida, que muchas personas fueron explotadas, trabajaron por dos euros al día. Y que otros muchos murieron en la fábrica mientras cosían hacinados prendas de usar y tirar… Todos unidos, manifes-tados y muy metidos en el papel del cambio climático y… nada. Como todo lo que supone un cambio y un sacrificio. Se olvida por comodidad y porque en el fondo no nos importa. Mi armario, a tope; mis bolsos, carísimos o no, y los accesorios, monísimos. Hay que pararse y mirar en la propia casa no una vez –muchas– cuánto hay dentro de cada habitación. Cuántas cosas creadas con materiales mejores y peores, pero que salieron del hombre y de la naturaleza y que tenemos de más. Para tomar conciencia y preguntarnos: ¿realmente necesito tanto?

Magdalena Calvo (Santurtzi)


Cambio climático

Las estrellas mediáticas de la cumbre del clima en Madrid han sido una chica de 16 años que vive sin contaminar, Harrison Ford y Alejandro Sanz. Tras dar cada uno una conferencia muy sentida, han vuelto a sus casas al otro lado del mundo en sus aviones privados. A unos grandes chalés que contaminan y gastan demasiados recursos. Las cosas no son así. Nos quitamos la culpa echándosela a los grandes países y multinacionales sin darnos cuenta de que los culpables somos los consumidores. ¿Sabemos lo que contamina nuestra vida: el móvil, el ordenador, nuestra casa, el coche, los viajes de placer, la gran cantidad de envases que tiramos a la basura cada año, la ropa de nuestro armario, los alimentos caducados… Todos tenemos culpa, pero empecemos por cada uno de nosotros para dar ejemplo a las multinacionales y a los países que lideran la economía. Si no es así, olvidémonos de mejorar.

J. Darío García (Bilbao)


Dónde han quedado los detalles

Las conversaciones a las tantas de la noche, las llamadas inesperadas, las tardes de café… El amor ha dejado de ser lo que era. Ya no sabemos qué significa ser romántico. No es comprar el anillo más caro de la tienda ni reservar en el restaurante de moda. Hoy parece que podemos tener todo con dinero. Hasta el amor. Pero se nos olvida que «el amor no se compra con dinero». Los detalles han dejado de ser cartas y flores, para ser «esos pendientes que me pediste». Pero el problema está en que las cosas con el tiempo se rompen, se pierden. En cambio, un recuerdo, una historia bien hecha es para siempre. Y es que al final nos damos cuenta de que lo pequeño es más importante. Esa copa de vino, tirados en el sofá, las fotos desastrosas que nos sacan una sonrisa, los «me he acordado de ti»… Volvamos a ser románticos, por favor.

Helen Xu Wei (Valladolid)


Alarde de gasto energético

Quiero poner el foco en dos imágenes de hace unas semanas. Por un lado, la constitución de las Cortes y la asistencia al hemiciclo de varias diputadas en vestido de verano; muchos, sin mangas. Por otro, la discusión entre dos señoras en la Asamblea de Madrid, luciendo ambas escote y vestido de entretiempo. En esta época de pobreza energética en muchos hogares y mediando una cumbre climática, semejante alarde de gasto energético para calentar dos edificios públicos resulta inmoral. Creo que más de uno coincidirá conmigo en que una medida indispensable que se ha de adoptar, si queremos pasar del ‘postureo’ a la acción, es regular los termostatos de los edificios públicos y adecuarlos a los tiempos que nos toca vivir.

M. Ángeles Ferrer Casas (Pamplona)

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Malcriados

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Malcriados

EL BLOC DEL CARTERO

¿Estamos propiciando, como propone un lector, la proliferación de individuos y colectivos malcriados? ¿Son las libertades y garantías propias de un Estado de derecho y la relajación de la autoridad en todos los órdenes el caldo de cultivo de una actitud indeseable de desprecio a la comunidad y al prójimo con el que en su seno se convive? Nadie que lo haya conocido y tenga un mínimo apego por su propia independencia añorará el autoritarismo con que antaño se condujo entre nosotros a las personas y a los pueblos; pero algo de cierto hay en que abolir o desacreditar ciertos límites, que obedecen a razones profundas, equivale a trocar una tiranía por otra. la del titular del poder autoritario por la de los insensatos y los cafres que no tienen motivos para contenerse. Que puede ser peor.

LA CARTA DE LA SEMANA

Cinismo ambiental

Me dirijo a los trabajadores del sector primario y a cuantos viven en el mundo rural; a los que escuchan estupefactos a actores, cantantes, niños manipulados y ejecutivos de compañías de telefonía o electricidad hablando de ’emisiones cero’. A los que aún escuchan esto boquiabiertos tras haberles oído decir antes que las que más contaminan el planeta son. las vacas. A todos ellos quiero pedirles que miremos de frente a esa conjura de cinismo alzada por el hipócrita mundo urbanita, que busca camuflar así su modo de vida insostenible e insolidario, y que tomemos la iniciativa. Digamos alto y claro que una película jamás será sostenible ni un concierto de dos horas con dos mil horas de montaje mal pagado ni un planeta saturado de smartphones. Que el coche eléctrico lo costean centrales térmicas o aerogeneradores que dejan en el campo sus secuelas. Digamos que ’emisión cero’ es vivir en un entorno natural que acepta que cada cara tiene su cruz. Y que nunca ha estado más claro que la solución estaba en el punto de partida dejado atrás hace tanto tiempo. Lo demás es hacerse trampas en el solitario, que es la pretensión de todo el tinglado de estos días.

Kepa Goñi Aguinaga (Navarra)

Por qué la he premiado.Por la reflexión a la que tan feroz tirón de orejas nos convoca a todos los urbanitas.


Demos gracias actuando

Hace ocho años, Leonard Cohen fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias. Al oír su magnífico discurso, me conmovió una reflexión que hizo. «Y una voz parecía decirme. ‘Eres un hombre viejo y no has dado las gracias, no has devuelto tu gratitud a quien la merece. el suelo, la tierra, al pueblo que te ha dado tanto’». Ese amor por nuestra fuente de recursos y de inspiración me dejó pensativo. ¿Cuántas veces agradecemos todo lo que nos ha dado la naturaleza? ¿Cómo lo hacemos? Este mundo en el que vivimos actualmente nos está alejando de la tierra y nos estamos olvidando de su belleza natural. Cuidemos nuestros bosques y nuestros mares. Pensemos en lo que hacemos y reivindiquemos todos juntos por ello, por favor.

Rubén Pena Larrea. Pamplona (Navarra)


El desafío reincidente

Mientras la madre está avisando con un castigo que nunca llega, el niño se crece en su desafío hasta que sucede lo que se hubiese podido evitar. Así ocurre en cualquier esfera de las sociedades débiles. No se puede contentar a todos los niños desmadrados, egoístas y violentos, que quieren lo suyo sin que les importe ni el bien común ni a lo que llevará lo suyo. Más adelante pagará no solo la mamá o la pareja, sino la sociedad. Algunos de los incontenidos en su ego pueden llegar a sacrificar a todo un país. Hoy, los países pueden caer en manos de cualquier niño insaciable de sí mismo o de niños separatistas, minorías o no tan minorías extremas y radicales reincidiendo en sus desafíos, violencias de todo género, o simples robacables, grafiteros, quema-contenedores, okupas, desvelapersonas con el chumba chumba de las tres de la mañana, que saben que, si la justicia llega, será exigua. Dejarlos plantados en su envalen-tonamiento hará que víctimas inocentes paguen cara la actitud de una justicia que no atajó la indisciplina y que ahora permite al infractor campar con orgullo para escarnio de una familia, país o sociedad desamparada en ley. Hace más de tres mil años, ya se avisaba sobre las consecuencias. «Por cuanto la sentencia contra una obra mala no se ha ejecutado velozmente, es por eso que el corazón de los hijos de los hombres ha quedado plenamente resuelto en ellos a hacer lo malo» (Eclesiastés 8.11). La madre debió ejercer de madre; el Estado, de Estado; y la ley, de ley; de otro modo estamos desamparados. O puede que los evolucionistas tengan razón y por ley natural, no por ley moral, se establezca sin trabas la ley del más fuerte. El niño que va sentado en el autobús ha puesto sus pies en el asiento de enfrente, impidiendo que una persona mayor lo ocupe y manchándolo al mismo tiempo. La madre, lejos ya de un gesto de censura, parece sentirse orgullosa de semejante animal; el futuro será suyo.

José L. Sancho (Correo electrónico)


Bienvenida

Ha sido como un milagro. suerte o como quiera llamársele; lo importante es que Audrey está viva y sin secuelas graves; lo único afectado han sido los nervios de los dedos de las manos, que le dificultan la movilidad, pero con el tiempo, le han dicho los médicos, posiblemente se curarán. Audrey Mash se ha hecho famosa por ser un caso excepcional en nuestro país al haber superado el récord de paro cardíaco por hipotermia en seis horas y media y haber sobrevivido. Desde luego que la excelente coordinación de los medios de rescate, en una situación tan extrema, tanto por las malas condiciones meteorológicas como por la complicada orografía y el estado en que la propia Audrey se encontraba, han sido una parte muy importante del éxito de su supervivencia, pero también, como bien explicaba el médico intensivista que la trató, el haber sufrido primero la hipotermia, antes que el paro cardiaco. Eso es lo que curiosamente le ha salvado la vida. Y, a modo personal, para mí es un placer tenerla de profesora de inglés durante estos dos últimos años y, sobre todo, lo que más me llena de alegría es volver a ver su preciosa y contagiosa sonrisa y sentir de nuevo el pulso de su vida. Y como decimos aquí en Cataluña. ha tornat a néixer (‘ha vuelto a nacer’). Bienvenida, Audrey.

Silvia Berenz (Barcelona)


Generación perdida

Recientemente terminé de leer 1984 y, desde entonces, no puedo dejar de equiparar la utopía descrita por George Orwell a la juventud española actual, una generación -mi generación- con dificultades para pensar por sí misma y definirse dentro de un mundo que no se cansa de vendernos multitud de formas, ya fabricadas, de vivir. Los expositores de estos modelos predefinidos de vida, con las redes sociales como máximo responsable, buscan la polarización entre unos y otros, fomentando a su vez la no aceptación de cualquier opinión que no entre en el programa ideológico impuesto a cada individuo. En este contexto surgen los vocablos ‘neomarxismo’, ‘extrema derecha’… con un inherente odio y un profundo -y falso- sentimiento de convicción. Sin embargo, a la hora de razonar, y lo veo diariamente con mis compañeros universitarios, los jóvenes han perdido esa capacidad de buscar respuestas y definirse dentro del mundo. De esta manera, por miedo o por pereza, encontrar nuestro propósito en la vida, como afirman universidades prestigiosas como Oxford y Harvard, se ha convertido en uno de los mayores retos de esta generación, que vaga perdida y aferrándose a modelos ya establecidos.

Jesús Pascual Aragoneses (Segovia)


Tiempo de Navidad

Crie a mis hijos sin televisión y sin aparatos electrónicos. Después del colegio, pasaban las tardes jugando o leyendo. Llené la casa de libros. primero, cuentos infantiles; siguieron los clásicos adaptados; y, ya después, mil autores que me ayudaron a formarlos para que tuvieran una visión propia del mundo, a través de las vidas de personajes imaginarios. En estas fechas no faltaban Hans Christian Andersen, Charles Dickens, Oscar Wilde, Cornelia Funke, Jane Austen, Louisa May Alcott. Ocasionalmente los llevaba al servicio religioso. Creo que no siento realmente el don de la fe, pero siempre me ha gustado el entorno donde esta reside, la belleza de las palabras con las que se la enseña. amor, bondad, solidaridad, paz, perdón, esperanza, magia… Fue difícil, a menudo lo es cuando vas a contracorriente. Ahora, ya universitarios mis hijos y lejos de esta, nuestra isla bonita, siguen siendo ávidos lectores y con una sólida formación humanística. Llegadas estas fechas, me invade una nostálgica añoranza. Vendrán en unos días, con poco tiempo para compartir. Siguen sus vidas y ese pasado maravilloso no volverá. Hoy he releído a Oscar Wilde. «Tráeme las dos cosas más preciadas de la ciudad -dijo Dios a uno de sus ángeles, y el ángel le trajo el corazón de plomo y el pajarillo muerto. -Has elegido perfectamente -dijo Dios-, pues en mi jardín del Paraíso este pajarillo gorjeará eternamente y en mi ciudad de oro el Príncipe Feliz entonará mis alabanzas».

Nineta Villalonga (Menorca)


Sin la mitad de los jugadores

Funcionaría un equipo de fútbol si la mitad de sus jugadores decidiese no atacar ni defender? Funcionaría una fábrica si la mitad de sus máquinas hiciesen lo contrario de las tareas que se espera que ellas realicen? La respuesta es no, desde luego. Por lo tanto, qué conclusiones podemos sacar de la Cumbre Mundial del Clima celebrada en Madrid a comienzos de diciembre pasado, cuando no han asistido ninguno de los cuatro países más contaminantes del mundo. China, Estados Unidos, India y Rusia? Me temo que no podemos ser muy optimistas. Escuché en la radio que, tras la negativa de Polonia a firmar los acuerdos, la cumbre tuvo que ampliarse dos días más para alcanzar un consenso de mínimos, que en cualquier caso se trata de un acuerdo que no refleja compromiso alguno de los cuatro mayores contaminantes de nuestro planeta y que, obviamente, a juzgar por sus acciones, no tienen la menor intención de cambiar sus politices medioambientales. Como ciudadano, estoy totalmente a favor de cualquier medida que contribuya a mejorar nuestro medioambiente y a rebajar el impacto del cambio climático, pero siempre que sirva de algo y con acuerdos vinculantes para el bien de todos. De lo contrario, de qué habrán servido las dos semanas de la cumbre?

Beltrán Egaña Montero (Madrid)

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Despilfarros

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Despilfarros

EL BLOC DEL CARTERO

Llama la atención un lector sobre la comida que despilfarramos, esto es, no nos comemos y acabamos arrojando a la basura. Una comida que hubo que producir, transportar, almacenar, distribuir, en una costosa y compleja cadena que la lleva a ser, al final, un desperdicio. Es un buen ejemplo de dónde está la primera fuente de aumento de cualquier bien en una sociedad desarrollada: en reducir aquello que se genera y al final no se utiliza o se derrocha de la manera más inconsciente. Vale para la comida, pero también para la energía. Hay una fuente energética que es aún mejor que las renovables, porque no solo no emite CO2, sino que lo retira: apagar esa luz o ese electrodoméstico que podrían no estar encendidos. No es muy difícil establecer sistemas que así lo procuren. Curioso que apenas los haya.

LA CARTA DE LA SEMANA

Todos nuestros montoncitos

Desde que usamos secadora en casa, la ropa se estropea antes de lo deseable. Para reducir el montoncito de calcetines y camisetas viejas, les doy un uso (betunar zapatos, engrasar máquinas, limpiar la bicicleta…), pero el montoncito crece. Querría saber, ahora que se lleva lo de la huella de carbono, cuál fue la de la organización de la última cumbre climática. Supongo que los 60 millones de euros que costó el evento y los 30.000 desplazamientos realizados habrán causado un efecto medioambiental negativo mayor que el beneficio que aportarán los mínimos acuerdos alcanzados. Mi amigo Ángel me dijo una vez que un error no puede corregirse con otro. También sé que de la suma de varias contradicciones no resulta algo coherente. La humanidad ha impuesto siempre el criterio económico por delante de los demás y cualquier avance en una materia perjudica siempre el medioambiente. El ser humano se está especializando en la producción de basura. No se trata ya de vivir mejor, sino de producir la mayor cantidad de basura con el mínimo esfuerzo. Siempre alcanzamos este mismo resultado argumentando las más diversas motivaciones. Nuestro fracaso es tan grande como la suma de todos nuestros montoncitos.

Aitor Mendiluze Atenza (Donostia)

Por qué la he premiado… Porque, tras leerla, no queda sino hacer el inventario de los propios montoncitos.


Donde la Navidad ni se conoce

Khwasida tiene cinco años. La saludo y sonrío. Pero su hermana mayor, Somira, me dice que no me contestará. La pequeña me mira con un temor expresado en sus oscuros ojos. Son como un pozo negro con total ausencia de apego. La noche en la que se sucedieron los terribles hechos –los militares birmanos prendieron fuego a su aldea, asesinaron a su padre y a su hermano Hasan, de nueve años, delante de toda su familia; violaron repetidas veces a Fatema, su madre; también a su hermana adolescente, Rokiya, que además de violada fue asfixiada hasta que perdió la vida–, esa noche Khwasida dejó de hablar. Desde entonces no ha vuelto a pronunciar palabra. Ahora Somira, Khwasida y su madre viven en un campo de refugiados en Bangladés, junto con un millón de rohinyás. Su casa es un chamizo construido con cuatro palos y plásticos. Atravesada por aguas infectas que multiplican el riesgo de enfermedades. El anhelo de seguir vivas las llevó a huir a Bangladés, con la esperanza siempre puesta en poder regresar a su aldea en Myanmar y vivir en paz. A los pocos días de mi llegada entré en la escuela –como hacía a diario– y Khwasida me sonrió. Ese mismo día pronunció su primera palabra en dos años. Fue mi nombre, Ana. El amor siempre vence al miedo. Mi deseo para estas fiestas es que en los ojos de cada niño rohinyá brille siempre la misma ilusión que vemos reflejada en los ojos de nuestros hijos el día de Navidad.

Ana de la Vega García-Pastor (Madrid)


Despilfarro de comida

En Navidad, un tercio de lo que compramos acaba en la basura. Unos 800 millones de personas pasan hambre en el mundo y 17 millones mueren cada año por esta causa. Se pierden 1300 millones de toneladas de alimentos. En España se desperdician 7,7 millones de toneladas al año. Hay que luchar contra el despilfarro, ya que mientras algunas personas se mueren de hambre, nosotros no podemos ir tirando 160 kilos por persona a la basura. Para obtener la comida, se cultivan 1400 millones de hectáreas, se gastan 300 millones de barriles de petróleo y una cuarta parte del agua va a la agricultura. Todo esto para que mucha comida se malgaste y se tire a la basura.

Alfonso Escrivá de Romaní (Madrid)


Gracias, Amancio

Hace unos meses nos enteramos de que nuestro hijo de diez años tiene cáncer de hígado. Nada sabíamos de esta enfermedad y lo que hemos ido aprendiendo es que se necesitan muchos medios humanos y materiales para hacerle frente. Por eso quiero agradecer a la Fundación Amancio Ortega las donaciones de equipos médicos de última generación a los hospitales públicos españoles (uno de los beneficiados, La Paz, donde nos encontramos). Quiero pedirles a los políticos que critican estas donaciones que se pongan de acuerdo de una vez para mejorar la vida de los ciudadanos, lo que se conoce como ‘gobernar’, y así evitar la vergüenza (si es que les queda) y el gasto económico de repetidas elecciones, dinero que vendría muy bien para la investigación científica.

Mari Carmen Mañas Pérez, Armilla (Granada)


Políticos y percebes

Ayer, en el mercado, oí a una señora quejarse de lo caros que estaban los percebes. Después de toda una vida trabajando con productos de la mar, algo de esto sé, por lo que intervine: «Depende. Estos percebes, cogidos hace escasas horas en la piedra del Roncudo, son probablemente los mejores del mundo, por lo que su precio, aunque elevado, es justo. Por el contrario, el mismo precio en percebes traídos de otras latitudes más cálidas y arenosas, tras días de travesía, sería injusto e indignante. Todo depende de la calidad». Más tarde, en la plaza, alguien comentó lo altos que son los sueldos de los políticos españoles. «Depende», respondí. «Si son gente íntegra y formada, sus sueldos, aunque elevados, son justos. Incluso se podrían considerar bajos si los comparamos con lo que con esa misma cualificación podrían cobrar en la empresa privada. Por el contrario, si son gente de escasas aptitudes, cuyo mayor mérito es haberse afiliado a un partido político en la adolescencia, su salario actual sería injusto e indignante. Todo depende de la calidad». Desgraciadamente, no me vino a la cabeza ni un solo nombre de político actual equiparable a los percebes del Roncudo. Y sí muchos de los otros.

María Jesús Vidal Blanco, Corme (A Coruña)


Han llegado para quedarse

Vientos huracanados, lluvias torrenciales o incendios forestales generan situaciones críticas que dinamitan las rutinas de nuestra sociedad, cuando no se llevan por delante la vida de algún lugareño. Mucho me temo que estos peligros, alimentados por modelos de desarrollo poco sostenibles, han llegado para quedarse, y ante ellos existen dos opciones: lamentarnos y pedir ayudas tras su paso por nuestras calles y campos o, por el contrario, prepararnos para convivir con sus efectos. Exijamos a nuestros poderes públicos una adecuada ordenación del territorio urbano, rural y forestal. ¡Ah!, y que fortalezcan los servicios de emergencia, porque en estas situaciones el tiempo cuenta. Estas grandes emergencias ponen en jaque a cualquier Administración, por lo que el​ deber de los ciudadanos en cuanto a su autoprotección resulta imprescindible para minimizar los daños. Atendamos a los avisos que anuncian estas situaciones extraordinarias y modifiquemos nuestros hábitos siguiendo sus recomendaciones. Generemos entre todos unas comunidades resilientes ante estas dramáticas situaciones que antes solo veíamos por televisión y, ahora, cualquiera puede ver desde la ventana de su cocina.

Mikel González de Reparaz, Vitoria-Gasteiz (Álava)


Si este es el futuro

Hay gente que me dice que yo no opine, porque soy un niño, porque no tengo ni idea, porque no he vivido lo que hay que vivir, pero creo que he vivido lo suficiente no para opinar, sino para criticar y machacar la actitud y la forma de pensar de los jóvenes que están estudiando y creciendo ahora mismo. Día a día veo cómo son realmente las personas con las que me toca convivir en mi instituto. Estamos criando una generación patética, que en las redes sociales finge defender el feminismo, pero si ve una paliza a una mujer en la calle no responde, chavales que fingen apoyar el cambio climático y tiran cada desperdicio al suelo y no les importa mínimamente nada aparte de ellos. Prefieren cien likes en Instagram que salvar de la pobreza a una familia, una generación tremendamente egoísta y ciega, de la que parece que los adultos no se quieren responsabilizar. Una generación de chavales que creen que sus padres siempre van a estar allí cuando se metan en problemas. Después de ver todo esto cada día pienso que si este es el futuro que nos espera, igual hasta es mejor mirar al pasado.

A. L. C. Correo electrónico


Ya va siendo hora

Después de haber leído un comentario de días pasados, me gustaría aportar el mío para dar mi modesta opinión por si pudiera despejar alguna que otra duda. En este país, desgraciadamente, la bandera que representa a todos los españoles –a los de derecha y a los de izquierda «con todas sus confluencias», como ahora se predica– ha sido un tema tabú del que, asumámoslo y no nos engañemos, hemos hecho gala todos. Pero miren ustedes por dónde, que en los últimos tiempos –cuando ciertos personajillos (no me merecen otra calificación) han irrumpido en el panorama político y, por extensión, en la sociedad civil ignorando, despreciando, pisoteando y quemando la bandera de España que muy a su pesar representa a todos, incluidos ellos mismos– se hace necesaria más que nunca su presencia como recordatorio de que existe, está ahí y se respeta, y, si hace falta, uno se envuelve en ella cual capa protectora contra los que quieren ningunearla como si no existiera. ¡Faltaría más!

María B. Álvarez (Correo electrónico)

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Liliputienses

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Liliputienses

EL BLOC DEL CARTERO

Halla un lector una manera literaria de caracterizar el espectáculo de ruido y furia vivido en la carrera de San Jerónimo en torno al debate de investidura. Se refiere a sus protagonistas como liliputienses, tanto por razones de estatura política como de destemplanza y vociferación, las mismas que observó el náufrago Lemuel Gulliver en aquel reino de habitantes diminutos. Este intercambio dialéctico que se compone sobre todo de improperios, sazonado con ajustes de cuentas lejanas y subrayado por la nota de color oscuro que ponen quienes hablan de progreso sin renegar de una violencia aún demasiado próxima, o sin importarles un comino el gobierno de la sociedad en la que viven, plantea un problema de talla, que no solo atañe a lo político. Alcanza a lo moral, y es cosa de todos.

LA CARTA DE LA SEMANA

Una heladería frente al mar

Camino por calles abarrotadas, convertidas, un año más, en escenarios de luces brillantes y personajes que corren de tienda en tienda cargados de bolsas. Y yo, paseando con mi hermana y disfrutando de la conversación de una madre que este 2019 amenazó con arrebatarme, sonrío al ver que la heladería frente a la playa, tan arraigada a mi infancia, sigue igual. Con sus ventanas azules y su anticuado suelo de baldosas, permanece inalterable a pesar de la incansable marcha del tiempo, velando por la bahía que la vio nacer. Y yo, quieta entre gente que corre desesperada, a este año nuevo le pediría que mi vida se convirtiese en esa pequeña heladería, para proteger a mis seres queridos entre sus cuatro paredes, para evitar que el tiempo corrompa con su paso todo lo que me rodea. Así, no tendríamos que poner un cubierto menos en Nochebuena, ni guardar las sillas que antes ocupaban familiares y amigos cuya ausencia resulta tan dolorosa en estas fechas. Y, así, quizá acabaríamos con nuestras ansias desenfrenadas por lo inmediato y valoraríamos más las cosas que permanecen y que nos recuerdan de dónde venimos y lo que somos. Ojalá la vida fuese una heladería frente al mar.

Sofía Meana Mateo, Pozuelo de Alarcón (Madrid)

Por qué la he premiado…Por la sencillez y la emoción de la imagen, por el ojo para el detalle, donde está todo.


¿Una o varias bolsas?

Ministros, economistas, periodistas y analistas hablan estos días de las pensiones y la bolsa de las pensiones. Soy jubilada payesa y autónoma, coticé 34 años, empecé a cobrar al cumplir los 65, y ahora cobro 677 euros. La bolsa de las pensiones ¿es una o varias? ¿Y las pensiones que cobran los expresidentes del Gobierno y de las comunidades autónomas? Tanto si han trabajado 4 o 24 años, tengan la edad que tengan, ¿salen de esta bolsa? Expolíticos, exmilitares, maestros, banqueros, etc. ¿También salen de esta bolsa o hay otras? Porque lo que cobra toda esta gente es veinte o más veces que todos nosotros. Hace unos días, la ministra de Empleo hizo unos comentarios (una complicación de cifras) y no entendí nada. Dicen que las leyes son para todos igual, yo no lo veo así: es una injusticia y también una tomadura de pelo. Repito, ¿salen todas las pensiones de la misma bolsa? ¿Me lo puede aclarar alguien? Si salen de la misma no me preocupa, pero si hay diferentes bolsas que Dios nos pille confesados.

Maria del Carme Simó Secall, Bellmunt del Priorat (Tarragona)


Política liliputiense

En Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, el protagonista naufraga, nada hasta la extenuación y despierta en la playa de un país imaginario (Liliput), atado por nativos diminutos (liliputienses). Escribo esto mientras sigo la sesión de investidura. Ni mis ojos ni oídos dan crédito a tanto disparate. Insultos personales gravísimos, denuestos al Jefe del Estado, amenazas, interrupciones, gestos soeces, desacatos a la presidencia de la Cámara, falacias… La correcta definición de lo ocurrido es ‘política liliputiense’. Política de bajo perfil. Política de burdel portuario. Un bochorno sin precedentes. La Constitución, instituciones y patria no pertenecen a nadie, sino a quienes tengan voluntad de recibirlas. Nadie ni nada obliga a aceptar, pero sí a respetar y acatar las reglas del juego democrático. Alentar el transfuguismo es vil y tabernario, pero las bancadas opositoras no se frenan ante escollos éticos. Se gana y se pierde, guste o no guste a los agoreros del apocalipsis. Urge retornar la política con mayúsculas al eje central de este país. ¿Afrontarán los independentistas que su único recurso para avanzar, dado el obstáculo de la unilateralidad, es trabajar con España y no contra España? Paciencia, Meritxell. Deplorable.

Alberto Fdez. Araújo, Barakaldo (Vizcaya)


Reflexión de Nochevieja

Me despedí de mi familia con todo preparado para la cena de Nochevieja. Me correspondía el turno de noche y tomaría las uvas entre rejas. Tras el recuento de internos asumí la custodia de casi doscientos reclusos. Los días navideños son complicados en prisión. Se palpa la ansiedad y tensión entre los internos. En mi soledad dentro del búnker, me vinieron a la cabeza esos reportajes televisivos sobre profesionales apartados de sus familias en esta fecha tan señalada. Inocentemente pensé que, algún día, los protagonistas podríamos ser nosotros. Pero nadie se identifica con los funcionarios de prisiones. Somos invisibles. Nuestra existencia, como la libertad de los internos, está delimitada por muros infranqueables. No obstante, aquellos reclusos con los que se trabaja en prisión volverán
un día a las calles de las ciudades. Y el ciudadano que se cruce con ellos se preguntará si se hizo todo lo posible para que no sean una amenaza. Después de trabajar en muchos centros, no me cabe duda de que, de no ser por su potencial humano, el sistema penitenciario español hubiera colapsado hace tiempo. Pacientemente esperé al final de mi jornada. No era una noche cualquiera. Pese a que no haya visos de cambio, la fecha incitaba al optimismo. Con el relevo empezaba un nuevo día. Un nuevo año.

Jorge Álvarez (A Coruña)


Valores

Quería agradecer la carta enviada por Kepa, donde aborda el cinismo ambiental. Creo (en la humilde opinión de un urbanita) que una de las grandes causas del cambio climático y de otros problemas globales es que hay una profunda crisis de valores. Me refiero a valorar las cosas, a valorar unos vaqueros por un precio justo para el productor. A valorar que para que podamos tener muchos productos de la tecnología actual hay guerras, explotación infantil y un sinfín de ejemplos más. Algunos dirán que es demagogia, igual también podemos utilizar otra palabra para definirlo, no la recuerdo muy bien. ¡Ah, sí! ¡Justicia! Somos egoístas a más no poder, miramos para otro lado. No sé, igual esto del cambio climático nos trae algo positivo, y es darnos cuenta de que todos pertenecemos a esta Tierra, y no al revés, esperemos percatarnos antes de que nuestra madre se convierta en juez.

David Moro Varas (Salamanca)


Reinventando la rueda

Tengo 40 años. Soy ingeniera de Telecomunicaciones y pienso: «Tengo formación y creatividad, seguro que hay algo que puedo hacer para construir un mundo menos sucio». Reciclo la basura, y ya. Eso es todo. Recuerdo con claridad que, cuando era pequeña, las señoras y señores iban a la compra con una bolsa de tela con asas de metal. La fruta y las verduras se metían en unas mallas reutilizables. Los refrescos, cervezas y caseras se vendían en envases de cristal y, cuando completabas la caja comprada con los recipientes usados, se devolvían al bar o la tienda. Con los restos de comida se hacían croquetas y con la fruta madura, mermelada. Se compraba ropa dos veces al año, y solo lo que se necesitaba. El resto se recosía, y al chándal y los pantalones usados se les ponían rodilleras y coderas para ocultar los agujeros fruto de los juegos en la calle. Y lo que se quedaba pequeño pasaba al armario de tu hermano. Teníamos un par de zapatos y otro de zapatillas. Y ya. Y, si nos remontamos a los años sesenta, todo lo anterior era incluso más agresivo. De esto no hace tanto tiempo. Y ahora nos preguntamos qué podemos hacer para frenar el cambio climático. Los científicos discuten e investigan grandes propuestas, necesarias, pero los demás: ¿por qué reinventar la rueda? Nuestros mayores son muy sabios. ¿Y si les copiamos alguna idea?

Elena Ortega (Madrid)


El poder de las pantallas

Vivimos pegados a una pantalla ‘dedoseada’. Hace tiempo que el PC quedó obsoleto. Nos enteramos al instante de los correos del trabajo, del recorrido de la paquetería, de los altibajos de nuestras cuentas. Ese artilugio diabólico es tan poderoso que puede transformarse en el juguete perfecto con el que se garantizan todas las miradas. Ahí están Facebook, Twitter, Instagram cual tótems generacionales. La política y hasta las casas reales vienen avaladas por su último tuit. La vida de mis abuelos es ya del Paleolítico. Este año, todo ese poder controvertido de las pantallas ha contribuido a la globalización de un grito unánime que nació en Chile: el de Un violador en tu camino. Contemplar las concentraciones en diferentes ciudades del mundo me ha puesto la piel de gallina. Quiero pensar que también ha interesado a padres, hermanos, novios y que la situación de las mujeres aquí y en países como la India va a mejorar. Es uno de mis deseos para el año nuevo.

Mercedes Vidorreta Pérez (La Rioja)


Nuevos propósitos

Todos querríamos mejorar algún aspecto de nuestra vida, pero a veces no sabemos cuál. Yo me atrevo a proponer un avance importante y práctico: dominar la lengua para no arrepentirnos de lo que decimos. La Biblia reconoce lo difícil que nos resulta controlar nuestras palabras. Leemos en la carta de Santiago que, «si alguno no cae hablando, es un hombre perfecto» y que podemos domar a los animales, pero «ningún hombre ha podido domar su lengua». Dice el refrán: «Por la boca muere el pez». Y ¡cuántas veces decimos cosas inconvenientes! Pero lo peor es la crítica destructiva. A todos nos encanta despellejar a un semejante en compañía de otros ‘despellejadores’. Como todo vicio, practicarlo es un placer, pero lo que no queramos para nosotros no lo queramos para los demás. Lo procedente sería no echar más leña al fuego y apagarlo sacando a relucir lo bueno del criticado ausente. ¡Ay, si en vez de tanta maledicencia existiera más ‘benedicencia’! El mundo sería más habitable y todos, mucho más felices.

Juan Gil Aguilar, Cuéllar (Segovia)

 

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EL BLOC DEL CARTERO

El llamado ‘pin parental’, lo muestran las cartas que aluden a él, solo algunas de las muchas recibidas, se ha convertido en el centro del debate público en las últimas semanas. No estaría del todo mal el hecho de que la educación se sitúe por una vez como asunto central de la conversación, si no cupiera sospechar que la educación y sus retos no son la cuestión primera en esta polémica. El poder y su ejercicio o la aspiración de alcanzarlo, el afán de programar o desprogramar las mentes de los futuros ciudadanos o la imposición como modelo social hegemónico de visiones tan legítimas como particulares parecen argumentos más plausibles. También el encono de la disputa ideológica, como apunta un lector. Que seamos campeones europeos de abandono escolar temprano ni se menciona ni se atiende.

LA CARTA DE LA SEMANA 

Experimentar o poseer

Según la RAE, ‘tener’ comprende, entre otras, dos acepciones: la de ‘experimentar’, como en ‘tengo sueño’; y la de poseer, como en ‘tengo un coche’. Voy a hacer un ejercicio con estas dos acepciones en las frases siguientes: 1. Tengo una pareja. Poseo una pareja. 2. Tengo hijos. Poseo hijos. 3. Tengo amigos. Experimento o siento amistad. 4. Tengo amor. Experimento o siento amor. Poseer ‘nos otorga derechos’ que entendemos inamovibles. Experimentar nos crea sensaciones que, por su naturaleza, sabemos que son variables en intensidad y duración. Poseemos cosas, experimentamos o sentimos sensaciones. No tenemos pareja ni hijos ni amigos. Ni siquiera son ‘mi’ pareja ni ‘mis’ hijos ni ‘mis’ amigos. Ellos son por sí solos, y son seres libres de cualquier posesión, por muy cariñosa que sea. Con la no posesión perdemos los derechos que nos otorgamos sobre seres humanos y nos quedamos con las emociones, que, al aceptar su libre existencia, experimentamos. Si podemos desdoblar palabras en pro de un lenguaje inclusivo, también deberíamos poder tomar conciencia de qué significado le damos a ‘tener’. Xesús Xosé A. M. La Coruña

Por qué  la he premiado…Por mostrar, con un relevante caso práctico, lo útil que es reflexionar sobre el lenguaje.


Política mediática

La educación de nuestros hijos es utilizada una vez más para hacer política mediática y poder hacer un poco más de ruido. En este caso, nos encontramos una nueva ocurrencia: el pin parental. Este concepto ha comenzado a implantarse en varios territorios gobernados por Vox como moneda de cambio para poder aprobar los presupuestos en esas comunidades autónomas. Pretende que se tenga que contar con la autorización expresa de los progenitores para que sus hijos puedan acudir a ciertas charlas sobre moral y ética. Es natural que el Estado establezca normativas y legisle sobre los contenidos del sistema educativo. Lo que crea desencuentro de opiniones es si es legal la potestad de los tutores para decidir sobre la asistencia a actos extracurriculares que versan sobre temas que resultan contrarios a sus creencias o convicciones.

Javier Sanz-Pastor González-Fierro, Pozuelo de Alarcón (Madrid)


El límite del Estado

¿Son los hijos realmente de los padres? Esta pregunta ha sido formulada como consecuencia del debate sobre el pin parental surgido en la comunidad de Murcia. Esto demuestra que las ansias devoradoras de los Estados más absolutistas restringen el derecho a la libertad de los ciudadanos pasando a ser gobiernos centrados en incrementar su poder en vez de mejorar los servicios y las libertades de los ciudadanos. El debate no es un pin, sino dónde está el límite del Estado y cómo evitar el ataque a la familia: base de desarrollo de cualquier sociedad.

Juan Pedro Domecq (Madrid)


Dos burbujas

Estos últimos días me han servido para darme cuenta de la situación de este país. El debate sobre el pin parental nos ha dado mucho de qué hablar y ha sido un arma que nos ha servido para atacarnos de izquierda a derecha. Creo que estas simples palabras significan más que dos lugares, posiciones o lados. Estas dos palabras han creado dos burbujas que se insultan la una a la otra sin pensar y que, en vez de debatir, se insultan sin considerar los distintos puntos de vista. Hemos llegado a un problema que ha cambiado el concepto de debate. Este nuevo tipo de debate se basa en insultar al oponente sin argumentar tu posición ni valorar los puntos buenos del contrario. Creo que ambas posiciones tienen parte de razón. Pero lo que verdaderamente importa es darnos cuenta de que la división que hay entre izquierda y derecha es tan grande que ha cambiado la forma de debatir y razonar.

Nicolás Santías Olazabal (Madrid)


Padres e hijos

Todos los progenitores sabemos que no somos dueños de nuestros hijos. Recordamos cuando dependían de nosotros, cómo nos hacían correr para preparar purés, cambiar pañales, llevarlos al parque, darles su bañito. Esa fase en que el bebé manda, aunque lo sientas muy tuyo. Todo pasa rápido y de repente tu hijo se mueve solo, elige sus intereses y sus amigos, presume de independencia. Sin embargo, el ‘buen padre de familia’, en expresión latina referida a una persona sensata de diligencia media, sabe que su responsabilidad no ha terminado. Esa responsabilidad no cede ante la necesaria socialización del hijo ni se delega en profesores ni en colegas. Se es padre toda la vida, custodiando, como lo dice el Papa, nuestro mayor tesoro, en la seguridad de que volará solo, mientras seguimos atentos y orgullosos su desarrollo, su vida. Los padres y madres lo somos siempre. El Estado puede cambiar de forma, de territorio, de organización, de ideología. El Estado ampara y garantiza el proceso de educación de los nacidos en su territorio. Los padres vivimos para sustentarlo, contemplarlo, amarlo, sufrirlo, gozarlo. Sabiendo que los hijos son lo más importante de nuestra vida y que nuestra recompensa es orientarlos en la suya. Ofrecerles un nido desde el que comenzar a volar y al que siempre podrán volver, aunque en la triste y satisfactoria convicción de que nunca volverán.

Teresa Rivera, Urduliz (Vizcaya)


Cambios en el texto de la Constitución

Tras meses de estudio, la RAE ha hecho público su dictamen sobre la necesidad o no de introducir cambios en el texto de la Constitución para adaptarlo al lenguaje inclusivo. Su director, Santiago Muñoz Machado, ha asegurado que el texto de la Constitución es impecable desde el punto de vista gramatical, aunque ha recomendado que se pueden hacer leves modificaciones teniendo en cuenta que el próximo jefe de Estado será previsiblemente jefa. Y, hablando de jefas, las universidades suecas de Upsala y Estocolmo han realizado una investigación sobre las trayectorias vitales de las parejas en las que uno de sus miembros tiene un cargo de responsabilidad en su trabajo, llegando a la conclusión de que si es la mujer la que ocupa el alto cargo las posibilidades de ruptura con su pareja se duplican y, si es el hombre, no tiene consecuencias. Es decir, las jefas tienen una clara desventaja personal respecto a los jefes. Ahí está la desigualdad. Como ven, hay aspectos en los que el género gramatical sí es relevante. De eso sí deberíamos ocuparnos porque esas cosas no se solucionan reescribiendo ningún texto.

Mario Suárez, Pilas (Sevilla)


El agua y la luz

¿Qué seguridad nos da el agua del grifo a los menos que aún la bebemos? En España se usa el cloro libre en forma de hipocloritos (lejía), por ser el más barato, pero el riesgo de generar compuestos cancerígenos (THM) al reaccionar en el proceso químico-potabilizador exige a las mancomunidades comparar con el ozono o dióxido de cloro (clorito), siendo este, eternamente usado como esterilizador hospitalario, saludable y sin sabor, a decir de los cordobeses. El consumo de agua del grifo se da en familias de bajo poder económico y/o personas con sensibilidad ecológica, porque el agua envasada supone un plus de gasto familiar y agresión medioambiental por generar basura. Es injusto ahorrar en plástico y que lo paguemos en salud personal y gasto público sanitario. Aun siendo el tercer consumidor de agua envasada de la UE, alcanzamos el 11 por ciento de los cánceres de vejiga asociados al uso de agua del grifo. Países escandinavos, centroeuropeos y Benelux no alcanzan 0,6 por ciento de media (0,2 en Alemania), a pesar de que beber agua del grifo es generalizado en sus casas y restaurantes. Un silencioso e invisibilizado problema nacional global… de obligada reparación. Lo propio con la luz. Anuncian cambios de tarifa según horario. Las nuevas franjas de 9 a 14 y 18 a 22 horas serán las más caras; justo cuando más necesitan la calefacción y cocina eléctrica muchos mayores, viudas y pensionistas que sufren déficit adquisitivo, a causa de ‘descuidos’ políticos… también por reparar.

Iulen Lizaso Aldalur, Hernani (Guipúzcoa)


La semilla del pensamiento crítico

Afortunadamente, cada vez hay más plataformas para dar voz a la ciencia: programas de ciencia en la televisión pública como Órbita Laika, plataformas y eventos como Naukas o Famelab, secciones de ciencia en muchos periódicos, unidades de cultura científica en las universidades, editoriales publicando buenos libros para acercar la ciencia a la gente, incluso youtubers cuyos vídeos hablando de física acumulan cientos de miles de visualizaciones. Sin embargo, como investigador y divulgador en los ratos libres, siempre me pregunto: ¿llegamos realmente a quien queremos llegar? ¿No estará ese público sesgado por un interés previo? Quizá quienes más necesitan que les expliquen por qué las vacunas funcionan, cómo estamos alterando el clima o qué es la democracia representativa no van a leer esos libros, ver esos vídeos o asistir a esas charlas. Por eso, me gustaría romper una lanza a favor de un colectivo tan importante como quizá poco prestigiado, especialmente en las últimas semanas con el invento del ‘veto parental’: maestros y maestras, profesores y profesoras. Ellos y ellas son quienes siembran en los niños y niñas la semilla del pensamiento crítico, las ganas de buscar y contrastar información y, en definitiva, de aprender. Sin ellos, no tendremos público para las plataformas que mencionaba al principio y peor aún: tendremos una sociedad menos crítica y más manipulable. Prestigiémoslos.

Pablo Tristán Ramos (Granada)

 

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EL BLOC DEL CARTERO

Escribe un lector sobre quienes han perdido, en las recientes elecciones y a la hora de impedir un Gobierno que no deseaban, y sobre el modo airado en que, según él, afrontan el trance. Plantea con ello una cuestión de interés: hasta qué punto el aprendizaje de la democracia es también el de la derrota, el de saber estar, seguir y contribuir cuando no ganan los nuestros. Tenemos una larga tradición de intolerancia al triunfo electoral ajeno, a la que no son ajenas derechas ni izquierdas y que siempre acaba aventando los fantasmas de la ilegitimidad, la manipulación y hasta la traición, incluso ahora que la nuestra es reconocida como una de las pocas democracias plenas del mundo. Más mesura y sentido en la derrota, y que las victorias, siempre fugaces, tampoco se suban a la cabeza.

LA CARTA DE LA SEMANA 

Propósito de enmienda

Hace unos días volví a entrar en un blog de mi época universitaria, allá por 2014. Un lustro sin visitar aquel cajón de sastre donde colgaba poesías y relatos, que releí y que, con honrosas excepciones, adolecen de defectos propios del adulto incipiente que aún vive, muy cómodamente, en casa de sus padres. Pero leerlos sirvió para que me reencontrase con quien yo era y a veces añoro. Me sorprendió que uno de los temas recurrentes era mi futuro cercano, hoy mi presente. Analicé los motivos por los que dejé de escribir, si tanto me gustaba, y culpé a mi empleo, al que dedico demasiadas horas; a las musas, por no visitarme; a varias causas mundanas de las que ni el escritor más dotado se libra. Lo más sensato es disculparse con el chaval que fui, al que prometí que cambiaría. Mi propósito para 2020, en vez de dietas y gimnasios, es por ello volver a agarrar el boli y, si lo que sale no me avergüenza, subirlo al blog. Sirva esta carta como reinicio.

G. A. F. (Zaragoza)

Por qué la he premiado… Por mostrar que escribir es sano, arma el pensamiento y la memoria y, encima, tiene premio.


Destrucción  en Navidad

Con esta carta quiero manifestar mi tremendo disgusto, pena y enfado por lo que ha pasado en España en los días finales de las fiestas de Navidad. En primer lugar, no puedo entender cómo, sin ningún motivo real, parte de la política española ha querido utilizar estas fechas de Navidad para llevar a cabo la destrucción de España. Pero siendo esto muy importante para la tradición católica española, me duele todavía más que muchas personas sin escrúpulos y que se autoproclaman ‘españolas’ hayan vendido España a una serie de gentes cuyo único interés es destruirla.

Ignacio Moreno Vaquero (Madrid)


¡Qué mal saben perder!

Lo vemos en el día a día, en los juegos de mesa, en aquellas actividades lúdicas en las que nos apostamos algo, pero lo que no me parece de recibo es que esta situación se prolongue en la política. En ese ámbito, lo vemos en el día a día ante quien ha alcanzado el poder por los medios democráticos: el resto de los partidos de la oposición elevan sus voces e insultos para clamar la traición y la ilegalidad del nombramiento del nuevo presidente del Gobierno. Es curioso y le doy totalmente la razón al presidente por indicar la razón de todo este malestar creado en la oposición española, y no es otro «que no haber sido ellos quien alcanzasen el poder y de esa manera gobernar España». Están furiosos, van a entorpecer cualquier atisbo de solución democrática, van a poner todas las ruedas de molino en el paso democrático del hemiciclo, en definitiva entorpecerán cualquier acción, decreto, ley que se lleve al Parlamento español. En definitiva, deberemos tener muy presente que, si no arrimamos el hombro y fortalecemos al «nuevo Gobierno de izquierdas», la derecha y la ultraderecha estarán firmes para alcanzar el poder por legislaturas sucesivas.

Juan Carlos Audikana Hueda (Vitoria-Gasteiz)


Momentos de la sesión de investidura

Ya tenemos Gobierno. Un Gobierno que antes a alguno, según él mismo dijo, le quitaba el sueño, pero Gobierno al fin y al cabo. Ha llegado tras de un largo camino y una ajustada investidura que nos ha dejado muchos momentos para el recuerdo. Casi todos malos, para qué engañarnos. La excepción ha sido el emotivo aplauso que recibió Aina Vidal, de En Comú Podem, que acudió a votar después de contar que había contraído cáncer. Aplauso mayoritario, pero no unánime. Otro momento para el recuerdo es el asedio sufrido por el diputado de Teruel Existe, Tomás Guitarte, con más de nueve mil correos insultantes, algunos incluso con amenazas de muerte. Todo muy bonito, muy tolerante y muy democrático, ¿verdad? Pero el momento más bochornoso de la sesión de investidura fue el que se produjo en el momento en que la diputada Montserrat Bassa, de ERC, dijo en la tribuna de oradores que la gobernabilidad de España le importaba un comino. Afirmación que, mucho me temo, suscribirán otros tantos diputados, ya que esta es la esencia del nacionalismo: «Solo me importa lo mío». Espero entonces que sean capaces de comprender que lo suyo a nosotros nos importe también un comino.

Mario Suárez (Sevilla)


¿Necesitamos tantos ministerios?

Veintidós se nos anuncian para la nueva legislatura. Alemania tiene catorce; Italia, trece… ¿No son muchos teniendo en cuenta la inminente crisis económica a la que nos enfrentamos? Si hoy todas las empresas están haciendo un esfuerzo en salir adelante reduciendo gastos, simplificando plantillas y buscando la mayor eficiencia posible, ¿no debería el Gobierno de España hacer lo mismo? Incrementar el número de ministerios supondrá mayores gastos para todos los ciudadanos y por eso el Gobierno tiene que dar un ejemplo de austeridad y sensatez.

Íñigo Arreytunandia Usabiaga (Madrid)


¿Dónde tengo el móvil?

Un estudio publicado en la revista Adolescent Health vincula el móvil a la depresión en adolescentes. Los casos de depresión han aumentado vertiginosamente de la mano de las tecnologías hasta tal punto que las redes sociales están eliminando los likes y las cifras de seguidores para evitar esta obsesión. Incluso existe la nomofobia, el miedo irracional a salir de casa sin el móvil. En el principio de su invención, las tecnologías iban a existir para ayudarnos, no para infravalorar todo lo que ya existía, nosotros incluidos. La tecnología supone un gran avance en los campos científicos, pero a veces nos hace menos humanos. Si seguimos así, el papel nos parecerá un estorbo y los periódicos, unos ‘chismes’ antiguos e inútiles. Por eso hay que frenar la dependencia hacia los móviles y que sirvan de apoyo porque, si no, más será menos.

Alba Aguilera Álvarez (Correo electrónico)


Actuación heroica

En la madrugada del domingo 11 de enero, dos policías fueron apuñalados en el madrileño barrio de Vallecas al acudir a atender una llamada de una mujer. Avisaba de que el novio de su hija estaba amenazándola con quemarla viva y que, además, esgrimía un cuchillo. Al personarse en el lugar de los hechos, los dos policías fueron apuñalados, uno en el tórax y el otro en el cuello. Uno de ellos, tras ser herido, tuvo que abatir de dos disparos al agresor, que contaba con distintos antecedentes por maltrato y que los había esperado escondido para atacarlos. Parece que en este caso, dadas las circunstancias concurrentes, no se pone en duda que la actuación de los agentes se encontrara plenamente justificada y que fuera proporcionada. En otros casos ocurridos en nuestro país, lamentablemente no ha sucedido lo mismo, poniéndose injustificadamente en duda la legitimidad de su actuación, lo que indudablemente dificulta su, ya de por sí, difícil y meritoria labor.

Ignacio Chillón Domínguez (Madrid)


Esclavas en el siglo XXI en este bonito país

Damas de la noche para satisfacer la lujuria de los ciudadanos españoles. Cientos de miles de mujeres obligadas a ejercer la prostitución, sin derechos y sin papeles, traídas a España por vía aérea o patera, engañadas, arrastrando deudas impagables o secuestradas en sus países de origen. Mujeres que venden y revenden sus traficantes y a las que violan sistemáticamente para probar la carne con la que trafican o que apalean si no obedecen. Cada una de estas mujeres tiene una espeluznante historia tras de sí, atesorando océanos de lágrimas y dolor dentro de su ser. Mujeres a las que se abandona a su suerte. A nadie importa su sufrimiento, una vez que se las usa, se mira para otro lado como si realmente no existieran. El 90 por ciento de las mujeres que ejercen la prostitución en España son traficadas. Son parte de un inmenso negocio muy ramificado que mueve en nuestro país alrededor de 20.000 millones de euros. Cómo se puede permitir que en la elegante, civilizada e hipócrita Europa haya esclavitud y hagamos como que no nos enteramos de ello. Cómo se puede permitir el inmenso sufrimiento de estas mujeres y callar… y llamarnos ‘civilizados’. Sin olvidar ni perder de vista que son los clientes el verdadero motor de esta trágica cadena. Una vez que alguien alquila la sexualidad de una mujer, se convierte en cómplice de la existencia de la esclavitud en pleno siglo XXI.

Luis Maroto Rivero, Navalcarnero (Madrid)

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Robotización

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Robotización

El bloc del cartero

El progresivo desplazamiento de los seres humanos por las máquinas en multitud de tareas plantea, como sugiere un lector, un debate que no se puede aplazar y que quizá tenga más calado del que creemos. La revolución digital ha llevado la robotización mucho más allá de lo que planteaban esas máquinas que desde hace décadas se incorporaron a la industria para reemplazar a operarios humanos. Los algoritmos y la inteligencia artificial invitan a quienes buscan la rentabilidad de sus negocios a apostar por la supresión de humanos en labores cada vez más sensibles y de mayor valor añadido. Que los robots dejen a gente sin renta es tan inquietante como que resuelvan sobre cuestiones delicadas. En ambos casos, quien recauda el beneficio no puede eludir la responsabilidad que contrae.

LA CARTA DE LA SEMANA

Afortunada soy

«Tanto preocuparme, tanto trabajo, tantos desvelos… no han servido para nada», «mi vida ya no tiene sentido», «¿qué voy a hacer ahora?». Estos y otros pensamientos similares dominaron mi mente hace unos días durante más de veinte horas, el tiempo que pasó desde que vi a mi hijo inconsciente en el suelo, sobre un charco de sangre creciendo bajo su cabeza, hasta que reconocí su sonrisa cuando entramos por la puerta del box en el hospital. «¡Me tiene harta!», «le pegaría una hostia…», «¿pero este qué se cree?». Ideas como estas han rondado por mi cabeza durante varios años, desde que empezó su adolescencia, cada vez que nuestra recíproca incomprensión ha desembocado en una discusión o en un conflicto. «¡Cuántas oportunidades nos da la vida!», «¡qué afortunada soy por tener a mi familia!», «¡muchas gracias porque estamos todos bien!»… Son el tipo de pensamientos que predominan en mí desde que mi hijo volvió a casa sano y salvo pocos días después del accidente.

Idoia Camacho Markina, Orozko (Vizcaya)

Por qué la he premiado… Por recordarnos, tan contundentemente, dónde están las verdaderas prioridades.


Un debate inaplazable

Cada día en todo el mundo, y con pulcra discreción, se incorporan al mercado laboral cientos de robots industriales y máquinas inteligentes apropiándose de miles de puestos de trabajo y enviando a la jubilación anticipada y al paro a millares de asalariados. No hay que tornar al ludismo del XIX y destrozar la maquinaria que destruye empleos, pero sí resolver esta imparable robotización, cuestionándonos qué tipo de sociedad anhelamos: una conflictiva, con legiones de parados sin cobrar prestación, u otra solidaria que implemente la polémica renta mínima garantizada para que las personas que no logren trabajo perciban un mínimo vital digno. Y siempre es opinable la forma de llevarlo a cabo, aunque siendo España un Estado social que recauda siete puntos menos que la eurozona, sin duda lo justo sería que quienes más han obtenido de la sociedad lo costeen, y que las máquinas destructoras de empleos coticen por los trabajadores que arrojan al castrante averno del paro.

Miguel Fernández-Palacios Gordon (Madrid)


El pasado, atrás

Después de ocho meses de Gobierno en funciones, ya tenemos nuevo Ejecutivo. Su perfil es económico; cuando más lo necesita nuestra sociedad. Hay que dejarle trabajar y criticar los errores que cometa, así como destacar los aciertos que realice. Yo no voté por este Gobierno de coalición, pero son las reglas democráticas. Vivimos tiempos de transformaciones de gran calado. La nueva Comisión Europea está empezando a crear políticas en aras de los citados cambios. Para ello precisa ejecutivos nacionales operativos. Entre todos, estamos construyendo una nueva sociedad, acorde con los retos del siglo XXI. Dejemos el pasado atrás y miremos con optimismo el futuro.

Pedro Marín Usón (Zaragoza)


Feminismo voraz

Soy mujer. Tengo 38 años. Estoy embarazada de mi octavo hijo. Me encuentro en las antípodas del feminismo voraz actual. No sé si la cosa mejora si añado que soy doctora en Medicina y Cirugía y que ejerzo mi especialidad a tiempo completo en un hospital público madrileño. Estos días escudriño exhaustivamente, sin mucho esfuerzo dicho sea de paso, los curriculum vitae de los más altos cargos del Ministerio de Igualdad y asisto con estupor a declaraciones de la nueva directora del Instituto de la Mujer. Hoy siento tristeza y miedo por si se pierde en el camino parte del esfuerzo de tantas mujeres durante tantos siglos. Desde aquí doy las gracias a mis abuelos, a mi padre y, por supuesto, a mi marido por quererme, admirarme y apoyarme siempre. Los hombres nos necesitan… ¡y viceversa!

Uxúa Floristán Muruzábal (Madrid)


Apostar a crédito

Preocupa la adicción patológica a los juegos y apuestas on-line que se expande aventada por una desaforada publicidad invasiva que emite un 45 por ciento de los anuncios de apuestas en horario infantil. El Colegio de Médicos de Barcelona alerta: «Los adolescentes piensan que la apuesta deportiva es una actividad implícita al deporte. Hemos cruzado una línea roja que puede condicionar su estilo de vida». No es necesario acudir a una sala de juegos o al bar a una máquina recreativa, sino que desde cualquier lugar, con el teléfono móvil, se puede apostar. En YouTube existen los llamados ‘tipsters’ que se dedican profesionalmente a aconsejar métodos para ganar en las apuestas con vídeos. Por otra parte, las tarjetas de crédito incentivan la compulsión y generan un endeudamiento, en ocasiones eterno, a través de los microcréditos rápidos y las usurarias tarjetas revolving. Los adolescentes constituyen un grupo vulnerable al tener una distorsionada percepción del riesgo. Prevención, educación, regulación de la publicidad y, acaso, prohibición del uso de esos créditos deberían abordarse con responsabilidad por el flamante Ministerio de Consumo para evitar la ruina personal y familiar de quienes no son capaces de controlar sus emociones.

José María Torras Coll, Sabadell (Barcelona)


Análisis completos

Es la primera vez que escribo en esta sección, a pesar de leer cada semana y con mucho gusto su revista. Pero como periodista y profesora (jubilada) de Economía, y sobre todo como madre de una hija que vive en Australia con su familia desde hace varios años, no me pude dominar de saltar, enfadarme, rebelarme contra el contenido del reportaje sobre los incendios en Australia que publicaron semanas atrás. Está clarísimo que ese país sufre las consecuencias del cambio climático, relacionado en parte con la política energética del Gobierno (carbón) y que esto es una de las explicaciones de los terribles incendios allí ocurridos desde hace meses. Pero hay muchas otras y complejas causas (geográficas, sociales, culturales) que entran en juego y que los autores del reportaje pasan bajo silencio. Les aconsejo que lean artículos del periódico francés Le Monde, donde encontrarán unos análisis completos del problema. La forma de tratar la información de estos dos periodistas alemanes puede resultar muy peligrosa porque el contenido es incompleto, orientado y reiterado. Esto favorece opiniones públicas categóricas, sin contraste ni reflexión constructiva.

Marie-France Dupret (Correo electrónico)


Capellanes de hospital

La atención de los capellanes en los hospitales y residencias de ancianos es un derecho del enfermo, el derecho a tener la asistencia religiosa. Esta ayuda se presta en plantas como pediatría, donde hay que acompañar a los padres que ven morir a sus hijos, que ayudan incluso a organizar el entierro con sus compañeros de clase cuando fallece un joven. Cuando muere un hijo, el capellán ayuda a los padres a superar esas muertes tan antinaturales, tan duras e injustas. Los capellanes realizan ayudas respetuosas. Se presentan con un «soy el capellán, venía a hacerles una visita». Cuando el de la cama de al lado se da media vuelta, el capellán ya sabe que no le apetece y tiene que respetarlo. El paciente
–conforme ha reconocido la OMS– tiene varias dimensiones: la física, a la que se dictan básicamente los médicos y enfermeras; la dimensión psicológica, a la que se dedican los trabajadores sociales; y la dimensión espiritual o religiosa, que garantiza la atención espiritual. En el caso de la religión católica, se garantiza a través de sus sacerdotes, ya que existe un acuerdo con la Iglesia católica y también hay acuerdos con las demás religiones mayoritarias. En cuidados paliativos hay más hospitales de la Iglesia católica que públicos, y eso es porque hay muy poca inversión pública. Los capellanes realizan una gran labor escuchando a los enfermos, sus preocupaciones, miedos y sufrimientos, sus alegrías y sus esperanzas. No se entendería que el Gobierno retirase a los capellanes de los hospitales, ya que en muchas ocasiones arrancan una sonrisa a nuestros mayores.

Enrique Marcos Pascual (Logroño)


Logroño Gurs en Moira y Lampedusa

Me importa un comino la independencia de Cataluña, la designación de Dolores Delgado como fiscal general del Estado, el pin parental y la entrega de los premios Goya (¡con lo que me gusta el cine!), mientras en los brazos de las madres que parieron y criaron a Europa, amén de a sus puertas, se mueren de asco miles de personas huidas, sobre todo, de la guerra de Siria ante nuestra más absoluta inacción, cuando no rechazo. Inacción tanto en los campos de refugiados de allí, que están convirtiéndose en auténticas prisiones, como en sus países de origen a través de la presión diplomática y económica internacionales. Rechazo en el seno que ‘acoge’ a una ridícula parte de ellos. ¿De qué sirve memorizarnos, conmemorarnos y homenajearnos como, por ejemplo, refugiados republicanos de no importa qué ideología o procedencia geográfica en Gurs, Francia, como consecuencia de la Guerra Civil española, si somos incapaces de evitar o, cuando menos, paliar a estos refugiados de hoy idéntico sufrimiento que el que padecimos nosotros en aquel entonces? Las memorias históricas particulares no son material de museo o de mero debate, sino manuales de instrucción para garantizar una vida digna a la Humanidad entera, también y de manera muy especial en las circunstancias más duras y difíciles.

Cintia Palenzuela (Correo electrónico)

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Campo

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Campo

EL BLOC DEL CARTERO

El campo nos da un toque de atención. No es el primero, ni mucho menos, pero la situación de algunos de quienes intentan vivir de él es tan desesperada que se han visto en la necesidad de alzar la voz hasta hacerse oír por una sociedad concebida y gestionada por y para urbanitas que casi han llegado a creerse que la comida brota en los lineales de los hipermercados. No es su problema que suba el SMI y salga de ese nivel de indigencia en el que algunos –que no lo cobran– postulan que habría que mantenerlo. El problema es que los márgenes de los gigantes se hagan una y otra vez apretando hasta la asfixia a los pequeños. Una inercia del tardocapitalismo que empuja a la España vacía y su sostén, el campo, al borde del despeñadero. Ahora que ya hay Gobierno, ahí tiene, para probarse, un bello desafío.

LA CARTA DE LA SEMANA

B-55

Entro en la oficina del Servicio Público de Empleo Estatal. Al cruzar la puerta, oigo cómo el guarda de seguridad le cuenta a un señor que han delegado en él una responsabilidad que no le corresponde y que haría con gusto si no lo tratasen tan mal… Cuenta también que el anterior guarda decía que, al jubilarse, aprovecharía para estar más con sus nietos, y que a la semana de cumplir los ansiados 65 años ha muerto de un infarto. Empezamos bien. Suspiro y me siento, cansado. He venido andando: pagar un tique de metro para tres paradas está fuera de mi alcance. Algo triste, ya que en tres meses cumpliré treinta años y desperdicio mi mejor edad en contratos precarios que no me alcanzan ni para pagar a medias un alquiler. Y eso que al haber hecho un grado universitario, un máster y una mención me las prometía felices. La cruda realidad me ha abierto los ojos de una bofetada. Llevo seis meses percibiendo el paro y ahora me lo van a reducir al setenta por ciento los seis siguientes. A eso he venido. A consultar mis alternativas: conseguir algo de lo mío se ha convertido en una ilusión inalcanzable. Entonces, un pitido. El B-55, mi turno.

Eneko Arellano, Bilbao (Vizcaya)

Por qué la he premiado… Por el retrato, en primera persona, de una realidad que no deja de interpelarnos.


Soluciones para no desaparecer

El hartazgo del campo se está expresando en las movilizaciones de agricultores y ganaderos. No les queda otra que hacerse oír a ver si las administraciones hacen algo. La mayoría son pequeños y medianos agricultores que quieren vivir dignamente de su trabajo. Se habla mucho de la España despoblada; los políticos hablan de arbitrar medidas y ayudas; todo es demagogia. Claro que se vacía, quién va a quedarse en los pueblos con la incertidumbre de si tendrán para comer. Se siembra, pero no se sabe si se recogerá. Y hay que hacer una fuerte inversión en maquinaria; los seguros son cada vez más caros y solo cubren a partir de un 20 por ciento de pérdidas; los abonos y el gasóleo también se encarecen; los jornales, igual; los precios son muy bajos en origen; los aranceles para la exportación, muy elevados; los vetos, como el ruso, impiden la salida del producto; las importaciones pactadas en Bruselas hunden los precios de aquí… ¿Quién puede afrontar un desfase de hasta el 700 por ciento entre el precio de producción y el de distribución? Los márgenes comerciales solo van a la distribución, no a la producción, por eso es más rentable no coger las naranjas u olivas. ¿Se imaginan qué sería de España si la agricultura y la ganadería desaparecieran? Tanto con el cambio climático y no se cuida el campo. Hasta la contundencia de las cargas policiales es mayor que contra los CDR. Pobres agricultores, siempre mirando al cielo, siempre con la incertidumbre, ninguneados por los políticos, vapuleados por exigir unos precios justos. Y si no hubiera sido por ellos, en la pasada borrasca Gloria muchos pueblos de Teruel y Zaragoza aún seguirían incomunicados. Es digna de elogio su solidaridad: despejaron calles y vías con sus tractores y sus palas.

Pilar Fraj Gascón, Luco de Jiloca (Teruel)


Coronavirus e ‘informademia’

La OMS ha alertado de una «informademia» en torno al coronavirus y ha anunciado una campaña contra la desinformación. Abundan las noticias al respecto, no todas de fuentes fiables. Cuestiones sanitarias al margen, es cierto que las redes sociales son el principal foco de propagación del tema a nivel mundial. La vacuna no la conocemos; pero el antídoto sí: informarse con responsabilidad. No es adecuado creer todo lo que se oye, se cuenta y se comparte en la Red. Nos bombardean con informaciones que se hacen víricas sobre un riesgo inminente para la población. Sin embargo, la letalidad del coronavirus se mantendría en un 2,3 por ciento en el momento de declararse la emergencia mundial. Sin ir más lejos, las complicaciones de la gripe común en España generan al año más muertes; lo mismo pasa con los infartos. En un informe de la OMS se decía que cada 39 segundos muere en el mundo un menor por neumonía tratable. Sin olvidar las defunciones que provocan las enfermedades derivadas del hambre y la pobreza. El miedo, además de ser libre, es una de las emociones básicas en las personas y cumple una función eficaz para protegernos de los peligros. Pero cuidado: existen miedos propagados deliberadamente en la sociedad para ablandar a las personas y así controlarlas mejor.

Miren Bilbao Notario, Getxo (Vizcaya)


Eugenio

Eugenio B. es un sevillano que tiene el récord de donaciones de sangre en España. Desde los 18 hasta los 65 –máxima edad permitida– no ha fallado una sola vez. Ha conseguido lo máximo, 47 años seguidos con las máximas donaciones permitidas, cuatro al año: 188 veces, y otras 188 de donación de plasma sanguíneo; en total, 376 donaciones. Un récord insuperable que ojalá sea muchas veces igualado. Además, ha sido siempre un voluntario muy participativo en el centro de donantes de nuestra ciudad. En la última promoción en el CEU San Pablo de Bormujos, con sus 67 años, se puso a bailar, delante de los universitarios, disfrazado de gota de sangre, todo con tal de animar a los universitarios a donar sangre, a donar vida. Ejemplos como este nos animan a ser generosos, especialmente con aquello que nunca se podrá pagar porque el dinero es demasiado pequeño para un corazón tan grande.

Rafael de Mosteyrín Gordillo (Sevilla)


¿Por qué no nos cuentan (toda) la verdad?

Los coches eléctricos y la contaminación. El tsunami ecologista nos advierte, entre otros, de que los automóviles propulsados por motores de combustión son una de las principales causas de la reducción de la capa de ozono. Cierto. Los coches con motor eléctrico son el futuro. Cierto (a medias). ¿Cómo reciclar las baterías obsoletas de aquellos? ¿Nuevos cementerios de litio? Un sistema de recarga pseudouniversal necesitará millones de metros de cable de cobre. ¿Será el cobre más valioso que el oro? Para una recarga rápida se necesita una alta intensidad (amperios, no voltios) y, por tanto, cableado de unos cinco centímetros de diámetro. ¿Horadaremos calles, edificios, parkings para su instalación ‘sin contaminar’? Pero los ‘eléctricos’ seguirán necesitados de neumáticos, frenos, que contaminan casi tanto como los residuos de la combustión. ¿Estamos guiados por unos personajes sin formación para sustituir el lobby de las petroleras por el de las eléctricas? Hay que estudiar más e investigar mucho más.

Emiliano Álvarez Alonso, Terrassa (Barcelona)


Detenerse a mirar

Ya es por todos sabido que vivimos rodeados de imágenes. Imágenes que se solapan frenéticamente en el televisor, en las redes sociales y en el bullicio del día a día. Incluso cuando miramos los escaparates solo echamos un vistazo rápido si no hay algo que nos atrape. Colores, música, parpadeos, destellos. Hoy he sido capaz de quedarme más de dos segundos mirando una foto. Realmente aún estoy pensando en ella y no he podido quitármela de la cabeza. Se trata de un cartel de una desaparecida, Regina. Pero lo que tengo dentro, lo que me ha llevado a escribir esto, tiene también nombre de varón, Virgilio, desaparecido ya desde finales de noviembre. Un cartel, un simple folio pegado a una columna, me ha hecho pararme y pensar. ¿Dónde está el verdadero valor de las imágenes? ¿Por qué hemos dejado de darles importancia? Sé que para muchos esos carteles de desaparecidos son una imagen más en su día a día, algo que ven reiteradamente en una marquesina de autobús. Por favor, volvamos a dar importancia a las imágenes que nos rodean. Quizá un segundo de más delante de esas imágenes de nuestro día a día cambie algo. Nos ayude a reflexionar, a ser más humanos, más empáticos. Nos ayude a que estas dos personas no sean ‘solo una imagen más’. Detengámonos a mirar.

Elisa Rodríguez Brau, Magallón (Zaragoza)


El niño del Madelman

Aquel niño que fui, con un Madelman en la mano y una pelota en los pies, con recuerdos en color, nunca hubiera pensado que en el año 2020 vería lo que hoy veo de adulto. El Madelman actualmente sería sexista y discriminatorio –algún joven ya me lo ha indicado– y la pelota es hoy sustituida por dispositivos electrónicos colocados en las manos de preadolescentes y niños que apenas hablan, colocados, además, por padres y abuelos descerebrados, incapaces de educar –y de cocinar– que se sumergen en los nuevos tiempos sin valorar los perjuicios tantas veces anunciados. Por otro lado, en lugar de un mundo más racional y mejor, los doctos de las nuevas pedagogías permisivas del ‘buenismo’ que tanto daño han hecho nos quieren obligar a la plebe infiel a, por ejemplo, comprender a quienes nos atropellan por la acera con sus bicicletas y patinetes ecológicos; a dejar pasar antes a los telezombis; a no reprender a los ensuciadores de asientos o, en su defecto, a utilizar con ellos palabras no molestas; a usar un neolenguaje políticamente correcto para no ofender a colectivos y ‘costillas’, que empezó siendo una estrategia electoral y ahora es una dictadura desesperante; a ver cómo algunos extranjeros –estudiantes y no tanto– vienen a España a hacer lo que en sus países no pueden (fiesta y destrozos); nos quieren obligar a entender que las aceras deben estar llenas de defecaciones y orines de cánidos y homínidos, porque los tiempos cambian y hay que ser tolerante… Mi reino no es de este mundo. Me vuelvo a jugar con mis Madelman, los que mi madre no regaló a mi primo.

Alejandro Benítez Martín (Madrid)

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Gistau

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Gistau

EL BLOC DEL CARTERO

Quiere la casualidad, o no, que al tiempo que se nos va, prematuramente, uno de los más brillantes colaboradores que ha tenido esta revista, David Gistau, abunden en este espacio de los lectores los textos que aluden a lo esencial de la existencia, la fugacidad de la vida y la necesidad de no perder de vista lo que de veras importa de lo que somos, hacemos y queremos. Entre otras cartas en esta línea, evoca una lectora en la ausencia a su madre, fallecida. Y la forma en que lo hace es una buena manera de recordar al compañero que se fue. Quienes nos alumbraron hacen algo más que quedar en nuestro presente: nos sostienen hacia el futuro y ante el final que a todos nos aguarda. Gistau sabía desprender luz incluso cuando escribía algo con lo que no estabas de acuerdo. Ahí es nada. Aquí sigue, iluminándonos.

LA CARTA DELA SEMANA

Mi último DNI

He llegado puntual a la comisaría de mi distrito para renovar el DNI. El funcionario, muy amable, ha tomado mi foto, mis doce euros, y ha pasado a registrar mis huellas dactilares no con un tampón de tinta como en tiempos remotos, sino en un aparatito electrónico. Faltaría más. Mientras se hacían las copias procedentes, le he comentado lo difícil que es conseguir una cita por teléfono, y me ha dado la razón. Pero lo mejor vino al final, con su comentario afable, propio de un buen profesional de atención al cliente: «Bueno, este ya es el último, salvo que se lo roben o lo pierda. Mire el plazo que se le da:
01/01/9999». Y efectivamente comprobé que así sería porque difícilmente me iba a mantener yo en pie hasta que llegara ese lejanísimo año. Y sentí como un gran bofetón en la zona aún consciente de mi psique. Otro empujoncito más hacia el hoyo. Lo que puede dar de sí renovar tu DNI. Me recuperé pronto porque no soy de los obsesos con ese tema. Llegará cuando llegue. «Mira lo del pobre Kobe Bryant», me dije. De todas formas, tengo que echarle una pensada a ver si dentro de un par de años ‘se me pierde’ el DNI. Más que nada por hacerme otro, como cuando joven.

Agustín del Pino (Madrid)

Por qué la he seleccionado… Por convertir, brillantemente, el trámite administrativo en recordatorio existencial.


Mi recuerdo

Mis recuerdos para ella, hace ya un tiempo que nos dejó. Ha pasado más de un invierno y a punto de finalizar otro. Aún nos frotamos los ojos, a la vez que vuelan las hojas del calendario, pero la vida continúa, la mía un poco más lenta, pero con paso seguro, porque las vivencias y las experiencias hechas con cariño son las que nos dejan ‘poso’ y te enseñan que todo en esta vida tiene un sentido, y que la ilusión hay que buscarla cada mañana. La vida de nuestra familia ha dado muchas vueltas, pasando del rojo al azul, o mezclando amarillo y verde, tan compleja, que nunca llegaremos a entender por qué no se puede volver a empezar de nuevo una vez que te encuentras de vuelta en la casilla de salida, como en una partida de parchís, pero sabemos que nos guía la mejor estrella del firmamento, la que se asoma por los montes de Zubiri y se refleja en el agua helada del río bajo el puente de la Rabia, en los inviernos más fríos. Por eso, ahora, al mirar al cielo podemos esbozar una sonrisa y dibujarte entre las nubes, agradeciendo todo el amor y cariño recibidos en tantos años, y dejándonos mimar desde ahí arriba. Va por ti, un beso, mamá.

Maite San Román Goñi, Pamplona (Navarra)


¿Mañana existiré?

Nos pasamos la vida planificando el futuro. «Cuando sea mayor, quiero…»; «en un futuro, me gustaría hacer…»; «cuando me jubile…». Somos tan creídos que pensamos que vamos a durar de por vida y no nos damos cuenta de que, igual, planificar para mañana ya es tarde. Hay tantos días perdidos, tanto tiempo que pasamos haciendo cosas banales simplemente por pasar el rato. A veces estamos viendo la televisión y no sabemos ni para qué. Podemos hacer cosas por pachorra, sin ningún valor, o podemos aprovechar ese tiempo para dedicarlo a algo que merezca la pena. No digo que no se pueda ver la televisión, pero solo cambiando la mentalidad de la razón por la que lo haces ya puede ser un comienzo. Si, por ejemplo, estás viendo una serie porque no se te ocurre otra cosa que hacer, es probable que sea un tiempo desperdiciado. Sin embargo, el hecho de que tu mente diga «voy a verla, voy a estar atenta y a ver qué soy capaz de aprender», ya estás haciendo algo más productivo. Puedes fijarte en cómo hacen los planos, cómo habrán hecho el montaje… No sé, algo con lo que te entre curiosidad por las cosas. De esta manera, el día a día puede ser más interesante por si acaso al siguiente faltamos. Porque no nos damos cuenta, pero es así. Puede que esta semana sea la última y no lo sepas. Por eso, en lugar de ponerte metas a muy largo plazo, empieza por cambiar ciertos aspectos de tu vida ‘ahora’; para que cuando ya no estés, tu vida no haya sido tan desperdiciada. No estoy escribiendo esto porque sea perfecta ni porque lo cumpla. Todo lo contrario. Por eso escribo esto, para ver si me sirve de algo a mí y al que lo lea.

Edurne Murguialday, Estella (Navarra)


La agricultura y la España vacía

Somos una sociedad que vive de espaldas al mundo rural y, sin embargo, depende totalmente de él. A menudo veo a jóvenes modernos comiendo en restaurantes veganos, con sus ensaladas y sus smoothies, con la vista perdida en sus , cuya vida se cuenta y se vive en Instagram y Twitter, para los que el campo solo es un paisaje bonito para subirlo a la Red, pero que desprecian por feos los olores de los pueblos o la rudeza de las personas de campo. Los urbanitas vivimos en un mundo virtual, en una realidad ficticia. La gente del campo vive en la realidad de lo natural, de lo esencial. Pero su vida es cada vez más difícil: aislados, sin las comodidades y posibilidades de ocio que ofrece la vida urbana, y ahora sin la posibilidad de vivir dignamente de su trabajo, porque los precios de sus productos son cada vez más baratos. ¿Cómo queremos llenar la España vacía si cada vez hacemos más difícil la vida de quienes resisten en el campo? La palabra ‘resistir’ no es retórica: lo suyo es un verdadero acto de heroísmo. Si no se consigue fijar la población en el campo, en unos años la España interior se quedará totalmente vacía. Entonces ¿qué haremos nosotros? ¿De qué nos alimentaremos? No se puede vivir de las fotos de comida de Instagram. Quizá sea demasiado tarde.

Elena Bernabé (Málaga)


Instinto primitivo

Ha empezado mal este nuevo año. En este momento, ya son seis las mujeres que han sido asesinadas por sus parejas o exparejas, en una escalada de violencia machista que no parece tener fin. En mis cavilaciones paranoico-metafísicas, llego al convencimiento de que, enfermedades aparte, esos comportamientos irracionales pueden tener su origen en el ambiente que nos rodea: el aire que respiramos, el agua que bebemos, los alimentos que comemos o los materiales y productos químicos que utilizamos en nuestro trabajo o en nuestro propio hogar. También puede ser que no consigamos procesar la cascada de información que recibimos diariamente y se colapsen nuestros circuitos cerebrales. O que tal vez desde la más tierna infancia ya apuntábamos maneras y comportamientos violentos –’cabroncetes’ potenciales– que se desarrollaron con la edad. Algo tiene que ocurrir en nuestro cerebro para que emerja ese instinto primitivo: la agresividad, que subyace latente, contenida, amortiguada. Aunque, por alguna extraña razón que desconozco, es probable que se produzca una transitoria alteración genética que provoca ese comportamiento primario. En cualquier caso, todo lo expuesto es fruto de conjeturas personales –la ignorancia es muy atrevida–, carentes de todo fundamento científico.

Roberto Núñez Porto, Vilagarcía de Arousa (Pontevedra)


¡Ya basta, FMI!

Hace tiempo que el Fondo Monetario Internacional elude sus principios fundacionales y deja ver su esencia. Es sabido que sus políticas se orientan más a promover un capitalismo cercano al neoliberalismo que mime a los más ricos que a «reducir la pobreza en el mundo entero». Por eso no asombra, pero irrita, que este organismo diga que España cuenta con pensiones generosas y que debe elevar aún más la edad de jubilación. En enero, la pensión media se situó en 997 euros y la cifra de desempleados, en 3.253.000. Estos señores gozan de contratos blindados, prebendas y altos salarios que todos pagamos. Viven alejados de la realidad y de la gente corriente, y antes de lanzar sus proclamas deberían probar a llegar a fin de mes con mil euros y después hablarnos de generosidad. Y cuando haya pleno empleo, y los mayores que están en el paro tengan oportunidad de trabajar, nos vuelven a contar lo de subir la edad de jubilación para que los jóvenes no deban esperar demasiados años a que los veteranos se retiren.

Miguel Fernández-Palacios Gordon (Madrid)


No es más que la vida

Camina delante de mí, asida al brazo de su hija, con ese andar pausado que ofrecen la experiencia y los muchos pasos dados. Todo a su alrededor fluye con la rapidez de la gran ciudad, ruidosa y extrañamente moderna. Despacio, avanza con la templanza y el sosiego que dan las cosas ya hechas. La blusa es la de los días de gala –holgada en hechuras por su compra en otros tiempos– y la falda plisada, la de las ocasiones especiales. El bolso cruzado, la rebeca de perlé, el fular estampado y los zapatos de medio tacón. El paseo lo merece todo. Y es que son tantas las horas en las que desde el mirador observa a los viandantes mientras se mece en la silla que espera con inquietud el día semanal en el que puede ser uno de ellos. Avanzando calle arriba –donde nació–, para girar en la esquina, y desandar lo andado hasta donde ahora vive, observa y recuerda. Cada semana, un día; cada mes, cuatro; y cada año, el múltiple de lo vivido por doce. Y así desde que algunos dieron en llamarla ‘jubilada’; otros, ‘mayor’; y otros, ‘abuela’. Siempre pienso en adelantarlas, porque nunca creí que se pudiera aprender tanto en tan pocos pasos. Pero ahora, una vez por semana, las observo meciéndome en la silla de la memoria mientras aguardo a convertirme en uno de ellos.

Desde entonces, en sus paseos y en mis recuerdos sonríe, desdibuja con el índice derecho las lágrimas que con frecuencia recorren sus mejillas, saluda a uno y otro lado y se concentra en no caerse, al tiempo que exclama: «No es más que la vida».

Luis Alberto Rodríguez Arroyo, Santo Tomás de las Ollas (León)

 

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Planificación

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Planificación

BLOC DEL CARTERO

Se sorprende un lector de la frecuencia con la que en este bloc tienen eco asuntos relacionados con el sistema educativo: el último, el abandono escolar temprano, ese caballo desbocado que a nadie parece preocupar, porque las cifras se publican una y otra vez sin que se suscite el menor debate. Esa indiferencia ya es una buena razón, sorprenda o no –legítimamente–. Apunta el lector que la madre de todos los fallos es la descentralización de la gestión, que impide la planificación adecuada del modelo educativo. Sus razones son interesantes y abren un debate mayor: ¿es imposible la planificación en áreas estratégicas de la acción pública con gestión descentralizada? En tanto afrontamos esta pregunta, alienta leer al joven profesor que encarna lo primero que la escuela necesita: vocación de enseñar.

Proteger al ciudadano

De extraordinaria y urgente necesidad parece ser para el Gobierno la situación de los empleados públicos y pensionistas para actualizar sueldos y pensiones al coste de la vida a través del decreto ley. Y de extraordinaria y urgente necesidad parece también ser la situación de los trabajadores amenazados de despido objetivo pese a estar de baja médica, normativa de 2012 que se busca derogar con el mismo instrumento legal. Soy funcionario desde el siglo XX y sé de la pérdida de poder adquisitivo en los últimos 30 años, pero no creo que nuestra situación de necesidad sea extraordinaria ni urgente, como sí la de los desempleados: en los últimos diez años se ha incrementado un 1 por ciento el IPREM (que calcula las cuantías de prestaciones asistenciales de desempleo), perdiendo hasta un 14 por ciento de poder de compra. Para los gobernantes, su situación debe de parecer normal. ¿Para cuándo una actualización del IPREM que permita a los desempleados llevar una vida digna? Echen un vistazo al artículo 41 de nuestra Constitución: proteger a los ciudadanos ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo, es una obligación.

José Vicente Rodríguez Conejo, Monforte de Lemos (Lugo)

Por qué la he premiado…Por la lección, tan inusual, de olvidar el interés propio en aras de la necesidad ajena.


Aprender a enseñar

En los próximos días, me convertiré en profesor en prácticas de Historia en la educación secundaria. Después de largos meses asistiendo a clases de formación del profesorado, y con muchos años de pupitre y lecciones magistrales a las espaldas, me toca ocupar el lugar del docente y mirar a los ojos de las nuevas generaciones de estudiantes; algunos de ellos, ávidos de recibir nuevos conocimientos; otros, en cambio, deseosos de que acabe la clase para volver a pensar en sus juveniles preocupaciones. Al margen de todas las críticas que recibe nuestro sistema educativo, afronto la tarea desde la ilusión de un joven de 25 años que vuelve al mismo instituto que le vio crecer y adentrarse en un camino a punto de terminar. Mi objetivo no es fácil: enseñar a los chicos y chicas que, desde las clases de Historia, es posible construir y afianzar valores inherentes a la carta de ciudadanía, como el respeto a la persona desde la discrepancia, la defensa de la igualdad entre hombres y mujeres y la formalización de una mirada crítica y lúcida hacia el mundo. Nada más y nada menos que el precio que todo docente debería pagar, como diría un afamado pedagogo, por hacer del futuro profesión: educar para la vida.

Sergio Ceballos Coz, Solares (Cantabria)


Clamar al cielo

Son muchas las veces que se sorprende uno leyendo al cartero de esta sección clamar al cielo por el hecho de que nuestros jóvenes universitarios tengan que emigrar para buscar una salida laboral. Ahora, para mi legítima sorpresa, carga contra el hecho de ser «campeones europeos de abandono temprano». Si en España la educación primaria es insuficiente y la educación superior es excedentaria y sobrecualificada, quizá debamos admitir que el modelo educativo español está mal estructurado de principio a fin. Lo explicaré con la analogía energética. ¿Saben por qué no nos quedamos sin suministro eléctrico en nuestros hogares? Porque se hace una planificación a años vista de qué centrales energéticas hay que instalar y se hace una planificación anual, semanal, diaria y ¡horaria! de la generación (oferta) y consumo (demanda) de electricidad cada día. ¿Qué planificación se hace a nivel de Estado en el modelo educativo? Ninguna. La educación está transferida a las autonomías y estas ignoran la oferta y la demanda de profesionales que tienen las restantes autonomías. No tiene sentido la entropía educativa española: ni dotamos de una necesaria cultura ‘integradora en el Estado’ en la educación primaria (primordial en países más ‘multiculturales’ que el nuestro, como Estados Unidos, Francia y otros) ni existe un órgano supraautonómico que vele a años vista por la oferta (escuelas, universidades) ni demanda (empleos, sectores) de trabajos en el conjunto del Estado. El principal mal de nuestro modelo es el ámbito de gestión. Y, aunque pongas a un astronauta al frente, este se ve incapaz de hacer nada, pues en lo esencial no tiene ninguna competencia. Y ahora el cartero, si quiere, que siga clamando al cielo…

Jaime F. Palomares (Valencia)


El dichoso Mayflower

Que los estadounidenses celebren con tanta pompa que se cumplen 400 años del desembarco del Mayflower es normal. El gigante americano fue fundado por anglosajones protestantes, que desde entonces marcan la visión del país y de su historia. Y, cuando esto parece que puede llegar a cambiar, aparece un Donald Trump para poner las cosas en su sitio. Pero que un medio español se olvide de las aportaciones propias a aquel proceso ya es más incomprensible. La ciudad más antigua habitada ininterrumpidamente en Estados Unidos es San Agustín de la Florida. Fue fundada por Pedro Menéndez de Avilés (1519-1574), de cuyo nacimiento el año pasado se celebró también el 400.º aniversario, que pasó desapercibido para el XLSemanal. Podría ser, pues, precisamente por ello el momento ideal para remediarlo y sacar del olvido a este gran marino español al servicio de Felipe II.

José Luis Blanco Sampayo, Avilés (Asturias)


La pena debe ser reversible

Dejando al margen el problema irresoluto del racismo en Estados Unidos, impresionan las declaraciones de Bryan Stevenson, en XLSemanal, en donde asegura que el injusto sistema arrastra a muchos inocentes a ser ejecutados inmisericordemente, en el menos malo de los casos,  mediante inyección letal. Dramática también la declaración de un exconvicto que asegura: «En el corredor de la muerte olemos la carne quemada de la silla eléctrica». Soy católico, y estoy en contra del aborto, de la eutanasia y, por supuesto, de la pena de muerte. Ningún Estado puede arrogarse para sí un derecho que prohíbe a sus ciudadanos: quitar la vida a un ser humano. La finalidad de la pena debe ser conseguir la reinserción del penado a la sociedad. Por lo tanto, toda pena debe ser reversible. La pena de prisión tiene vuelta atrás, es reversible, aunque el inocente haya pasado algunos años o toda la condena en la cárcel. Defiendo, no sé si contradictoriamente, la pena de prisión permanente revisable. Pero la muerte es irreversible.

José María Lorente Hernandis (Valencia)


Trogloditas, médicos y eutanasia

Entre las personas que se concentraron ante el Congreso de los Diputados a raíz de la proposición de ley sobre la eutanasia, los informativos nos mostraron a un señor muy enfadado que increpaba despectivamente a quienes se oponían a la ley llamándolos «¡trogloditas!». Incoherencia máxima, porque no es difícil inferir que en prehistóricos tiempos lo común entre los bárbaros trogloditas fuera precisamente darle matarile al viejo y al enfermo grave para librarse de la pesada carga que ambos supondrían para la tribu. Un avance fundamental en la evolución de las primitivas sociedades hacia estados de superior convivencia lo marcaría una progresiva dedicación humanitaria con los más débiles y vulnerables del grupo; así como una creciente protección legal de toda vida humana por encima de sus mermas y limitaciones. Y también un firme rechazo del suicida, penalizando la conducta de la inducción y el auxilio al suicidio. Pero hoy el suicidio crece tanto (un dato que se silencia y oculta como el mayor tabú que perdura entre nosotros) que ya es la primera causa externa de muerte entre los hombres españoles y la tercera entre las mujeres. Por eso resulta un cruel sarcasmo pretender convertir a los médicos en cualificados administradores de la muerte: justo lo contrario para lo que se prepararon durante largos años de estudios y prácticas.

Miguel Ángel Loma Pérez (Correo electrónico)


Déjenme ser libre

Andan ahora los del nuevo Gobierno de las Españas con el tema de la eutanasia en una ley que intentan aprobar, pese al PP y a VOX. En una España donde, de puertas adentro, la gente está cansada de sufrir, la derecha se enroca en un sí a la vida que casi no entiende nadie cuando está limpiando culos y dando papillas. El amor se te acaba. Eres una cuidadora despreciada por la sociedad, despreciada por la familia, despreciada por ti misma. Te miras al espejo y ves cómo has envejecido, cómo te has olvidado de ti, cómo has perdido amistades, vida social. No has ganado nada que no sea sufrimientos. Cuando aprueben esa ley de la eutanasia, igual que en Holanda, habrá muchas peticiones de eutanasia. Habrá muchas mujeres, muchas cuidadoras que no tendrán que ir al médico de cabecera a pedir, por favor, una pastilla para poder aguantar tanto dolor, tanto desprecio social, tanta miseria. Habrá muchos cuidadores, señores de la derecha, que tiraremos la toalla. No, no merece la pena. Lo sé cuando me miro al espejo todas las mañanas y no me reconozco. Soy una vieja de cuarenta años. Mi vida ha sido un asco. Tal vez hubiera sido distinta si hubiera tenido una palabra de cariño, un ‘gracias’, una mirada de admiración. No tuve nada de eso. Nada. Ni siquiera de los familiares. Ni siquiera del Gobierno. Ni siquiera de la sociedad. Por eso, no quiero ser yo la mujer que desde una cama mire con odio a un cuidador. No quiero que nadie renuncie a su vida por mí. No quiero que nadie sufra por mí. Por favor, déjenme ser libre cuando no pueda decidir que quiero seguir siendo libre.

María Rey (A Coruña) 

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Pobrezas

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Pobrezas

EL BLOC DEL CARTERO

¿Es exagerado, malévolo y tremendista el reciente informe del relator de la ONU sobre la pobreza en España? Opiniones hay para todos los gustos, y cierto es que pobreza y desigualdad, de un modo u otro, hay en todas partes y casi a cualquier país, con un poco de empeño, se le podrían sacar los colores. Afirma un lector que el informe pone al descubierto una de nuestras vergüenzas, no solo por la pobreza o –mejor dicho– las pobrezas que desvela, sino porque las considera evitables y por ello califica su mantenimiento de opción política. También esto suscitará alguna controversia. Lo que admite poca discusión es lo que denuncia nuestra carta de la semana: se está condenando a miles de jóvenes ilusionados y preparados a una vida precaria sin fecha de caducidad. Y las ilusiones, así, se van extinguiendo.

LA CARTA DE LA SEMANA 

¡Aprovechémonos!

El mundo laboral no es idílico, y para un joven, menos. Al terminar la carrera, estás perdido. Pocas empresas te ofrecen empezar a aprender. ¿Cómo vas a poner en práctica así lo estudiado? A veces hay suerte y empiezas de becaria. Esos meses te brindan aprendizajes rápidos, derecho a equivocarte e incluso a descubrir que lo que estudiaste no es lo tuyo. ¿Pero y cuando se te acaba esa beca? O unes una con otra y así te pueden dar los 26 o logras un trabajo, con suerte de duración determinada, por una baja o una excedencia, y como eres joven, no te pagan como al resto, aunque hagas lo mismo. Tú vives con tus padres, no tienes gastos: con 800 euros vas que chutas. ¿Acaso sabe usted si tengo unos gastos fijos? ¿Si aporto dinero en mi hogar familiar? No, pero como soy joven… Puedes seguir formándote, pero desconozco a qué edad dejan de aprovecharse de ti. ¿Cuándo eres digna de un salario decente para independizarte antes de los 40? Siento frustración y mucha pena, porque deseo trabajar y avanzar, y como yo hay Marías, Enekos, Leires… Es hora de que todo cambie. Si no, la ilusión se rompe, y sin ilusión no hay ganas de nada.

Olatz A. (Correo electrónico)

Por qué la he premiado… Por alertar sobre uno de nuestros mayores males, para quienes aún no se hayan enterado.


El ojo verde

Eu son galego. Sí, podría ser de cualquier otro lugar del mundo, pero es aquí donde nací y crecí, con un ojo azul en el mar y el otro verde en la tierra. Disfruté en mi infancia de los bosques galaicos donde encontré ardillas juguetonas, pájaros carpinteros, árboles con formas que asaltaban la imaginación y piedras extrañamente erguidas en los lugares más recónditos. Era un lugar salvaje, misterioso, lleno de vida, de la magia de las meigas, duro pero hermoso. Ahora paseo por esos mismos lugares donde hace dos años que no me encuentro una ardilla ni oigo un pájaro carpintero, donde hace diez que el sonido más recurrente es el de las motosierras arrasando los bosques, donde todos los árboles tienen la misma forma y los bosques son plantaciones uniformes como el uniforme de un colegio añejo y descolorido. Gobiernos, ciudadanos… ya nadie recuerda y todo desaparece, hasta el posible patrimonio histórico perdido bajo las máquinas que todo lo trituran. De niño creí en Carl Sagan, en su esperanza en ese pequeño punto azul, en la de mi ojo verde que lucha por no llegar a gris.

J. David Collazo Dubra. Golmar, Laracha (A Coruña)


La pobreza en España

Las conclusiones de la reciente visita a nuestro país del relator de la ONU sobre extrema pobreza y derechos humanos –¿será un peligroso antisistema infiltrado?– han sido desgarradoras, al desvelar que el neoliberalismo en España machacó el sistema de protección y dejó un Estado social enfermo. Concluye que son necesarios más impuestos y mayor redistribución de la riqueza; que la escasez de pisos sociales convierte el acceso a la vivienda –a pesar de ser un derecho constitucional– en un infierno; que la burocracia para pedir ayudas «es decimonónica»; que casi el 30 por ciento de nuestros niños está en riesgo de pobreza y la exclusión marcará sus vidas; que más de la mitad de la población tiene dificultades para llegar a fin de mes y «se siente abandonada»; y carga contra los políticos acusándolos de haber beneficiado a las clases más altas y de «fallar» a quienes más lo necesitaban. Y, por si hay dudas, aclara que erradicar esta miseria es una opción política. Hay que revertir tanta indignidad.

Miguel Fernández-Palacios Gordon (Madrid)


Vetos en Zaldibar

Zaldibar está sufriendo una catástrofe desde hace muchos días; dos personas perecieron y han quedado sepultadas por toneladas de escombros; resulta muy difícil ponerse en la piel de los familiares y amigos de los dos trabajadores que a lo único que aspiran es a recuperar cuanto antes sus cuerpos para darles sepultura y despedirse de ellos. ¿Es mucho pedir? Se ofreció la Unidad Militar de Emergencias (UME) para ayudar a su rescate y colaborar en todo lo que fuese necesario poniéndose a las órdenes del Gobierno vasco. La profesionalidad, dedicación y eficiencia de la UME está fuera de toda duda, se ve reconocida y aplaudida por todos y es una referencia internacional para la creación de unidades similares. Sus integrantes se mueven para servir y proteger a la sociedad indepen-dientemente de su situación en la Rosa de los Vientos. El ejecutivo de Vitoria rehusó dicha ayuda aduciendo que no era recomendable que participase más gente en el operativo; no es preciso ser un Sherlock Holmes para saber a ciencia cierta los motivos reales de rechazar la ayuda de dicha unidad del Ejército de Tierra que está muy preparada, para casos específicos, y lo acontecido en Zaldibar entra de lleno en su especialización.  No es de recibo que el Ejecutivo de Vitoria anteponga la ideología para evitar que la población sea ayudada por los militares; los jeltzales y burukides no quieren ver esos uniformes ayudando al ciudadano de a pie que está sufriendo. Vetos, prejuicios, y exclusiones incomprensibles. Quien padece una desgracia lo que quiere es ayuda, rapidez y resultados, no se fija en banderas. Una política real de progreso es aquella que se vuelca para atender las necesidades de la sociedad, y ser progresista es poner todos los medios, sin excepción, para solucionar problemas. Rectificar es de sabios.

Francisco Javier Sáenz Martínez, Lasarte-Oria (Guipúzcoa)

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Coronavirus

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Coronavirus

EL BLOC DEL CARTERO

Sostiene nuestra carta de la semana que una epidemia como la que nos ha tocado en suerte gracias al coronavirus COVID-19 es una buena ocasión para replantearnos nuestra existencia y nuestro modo de vida. Es sin duda ante una situación de crisis cuando más quedan al descubierto los aspectos superfluos o excesivos de nuestra cotidianidad y cuando más claramente se aprecia lo que es sustancial de veras. Hay en esta epidemia, para los españoles, algún motivo para la esperanza. Quienes suelen acaparar las portadas han hecho gala de una rara prudencia y han dejado el criterio y el escenario a los profesionales, que han demostrado su solvencia y, de paso, que disponemos de un sistema de salud que es quizá nuestro mayor logro como sociedad. Merece la pena defenderlo de quienes intentan devaluarlo.

LA CARTA DE LA SEMANA

Imperfectos

El filósofo Albert Camus escribió la novela La peste hace setenta y tres años; ando leyéndola y no puedo evitar hacer un paralelismo de lo que está ocurriendo en nuestras sociedades, ya sea por la emergencia climática, el terrorismo yihadista o el nuevo coronavirus. En el libro, Camus retrata un mundo enfermo que después de una tragedia vuelve a rehumanizarse: es lo que tienen las catástrofes, que nos hacen ser compasivos con el otro y aprendemos a mirarnos por dentro para comprender, ya que el otro también somos nosotros… Los seres humanos podemos llegar a ser muy destructivos, indolentes e indiferentes, pero también solidarios. Como en todo, estamos llenos de matices. Según pasan los días, nos vamos habituando a este tipo de situaciones y a comprender que esta clase de vivencias nos hace replantearnos nuestra existencia y también nuestro modo de vida. Somos seres imperfectos y, aunque estemos ya en el siglo XXI, siempre estaremos envueltos en todo tipo de amenazas, ahora más globales que nunca, muy a nuestro pesar. La fábula de Camus nos invita a pensarnos y a removernos la moral; la mía se decanta cada vez más por una vida más austera, evitando lo superfluo.

Silvia Berenz (Barcelona)


La eutanasia en Holanda

Desde que Holanda legalizó la eutanasia en 2002, las muertes por esta causa han aumentado cada año, registrándose un alza preocupante de casos al margen de la legalidad. Ya hace años, según la Fiscalía General, menos de la mitad de las eutanasias realizadas se comunicaban a la autoridad competente; en un 40 por ciento de los casos se practicaban a enfermos incapaces y en un 15 por ciento, a enfermos capaces sin su consentimiento. No es de extrañar por ello que muchos enfermos y personas mayores, desconfiando de los médicos, y hasta de sus familias, se hayan trasladado a países vecinos. El Gobierno holandés se ha visto paralizado al descubrir con horror que, una vez legalizada, la denominada ‘muerte asistida’ resulta incontrolable. Theo Boer, impulsor decidido de la eutanasia en Holanda y miembro de la Comisión para su control, ha dado marcha atrás, declarando: «No cometan nuestros errores… estábamos terriblemente equivocados». Boer explica que la ley consideraba la eutanasia como algo extraordinario, pero ha terminado aplicándose a personas deprimidas por estar solas o por haber enviudado. Y advierte que, «una vez que el genio está fuera de la botella, no es probable que se le pueda volver a meter».

Luis Somarriba (Santander)


Los tuve de la mano

Este médico jubilado fue partícipe en 1966 del uso de los primeros respiradores mecánicos en la UCI del Hospital Universitario de Oxford. Alimentados por sonda y ventilados por máquinas, los ingresados se convirtieron en una carga tan estresante como inútil y cara. Un tratamiento de UCI costaba lo mismo que un Jaguar MK2, 1200 libras, 20.000 euros ahora. En las historias clínicas de los pacientes, considerados no recuperables por el profesor M., se pegaba un dot (punto) rojo para que no se les aplicara medidas de reanimación. Bastantes años más tarde, cuando, espaciadamente en los ochenta, mis padres entraron en situación crítica por fallo multiorgánico, los tuve de la mano e instruí a mis colegas para que no se les administrara otra cosa que analgésicos o sedantes. El mismo día de sus fallecimientos fui a misa y a comulgar en la capilla del hospital sin confesarme.

José Antonio de Apraiz (Vitoria)


Directo al corazón

Cuando David Gistau empezó a escribir en XLSemanal, comencé a leerlo con cierta prevención porque pronto sentí que no podía con él, que él ganaba siempre. Cada artículo suyo iba envolviendo al lector, haciéndole bajar defensas, para dirigirle un directo al corazón, al estómago o a la cabeza. Al principio de la lectura apenas notabas los golpes, repetidos y constantes. Y, cuando ya pensabas que tenías todo bajo control, que eran toques soportables y que el propio Gistau era quien se estaba exponiendo demasiado, entonces te pillaba desprevenido, te tiraba a la lona, con la intensidad aumentada, la precisa para dejarte ahí, tocado, el tiempo de rigor. Había que coger aire y fuerzas para enfrentarse a los certeros puños verbales de Gistau. Buscar un momento de valor emocional. La vida ya da bastantes bofetadas, pero los golpes de David te animaban a volver al ring. El día que murió, tras dos meses de esperanza, mi jornada fue bastante desapacible: los médicos me dieron alguna noticia típica de ellos, mi hermano eligió ese día como el de desahogo de esos traumas que nos acompañan desde la infancia y a mi marido le pilló un ERE. Ninguno de esos toques me hizo llorar. Pero cuando, repasando las noticias, vi la foto de Gistau y me alegré pensando «ya está, ha salido» y al segundo siguiente leo «muere el columnista David Gistau», lloré por ese directo inesperado, por lo injusto de que se fuera él, porque había perdido a mi boxeador favorito, el que me derribaba con todo su cariño, porque él escribía con la palabra inquieta, siempre en movimiento como las piernas del boxeador, sin perder de vista al adversario, sin olvidar que un mal golpe pone fin al combate. La caída ha sido dura, pero todos sabemos, sus hijos también, que David Gistau, en todo lo que hizo, nunca tiró los guantes, siempre será campeón.

Teresa Rivera, Urduliz (Vizcaya)


Reducir la jornada laboral

Las empresas están descubriendo que, si se reducen las jornadas de trabajo, aumenta la productividad. Mismo sueldo, mismas responsabilidades y menos horas hacen que la gente trabaje más a gusto y mejor. La semana de cuatro días laborables y 32 horas se está imponiendo porque la gente se refresca y llega mejor y con más ganas al tajo. A lo mejor esa sería también una buena solución para los políticos. No es que trabaje mucho la mayoría, pero están enganchados las 24 horas al momio. Que se lo digan a Ábalos con sus paseos de medianoche por el aeropuerto. Se entiende así que luego no dé pie con bola cuando llega al despacho y los periodistas le ven las ojeras. También los ciudadanos estaríamos menos estresados con la política, sin tener que estar pendientes de las rectificaciones sobre si la mesa sí, la mesa no, ahora o más tarde. Quizá si los políticos dedicaran más tiempo a otra cosa que no sea pillar y pillar, sino descansar y relajarse, se equivocarían menos en sus ocurrencias. Lo malo es que estén reventados pero tengan siempre a mano el botoncico del poder que les da tantos disgustos con la improvisación.

Valentín Abelenda Carrillo, Salt (Girona)


Patologías sociales

Hoy, en las noticias me informan de que el Gobierno tomará medidas fiscales y restrictivas más duras sobre el tabaco. Soy un fumador empedernido, consecuencia de la permisividad, la publicidad y los beneficios económicos que aportaban los fumadores a los anteriores gobiernos; tengo muchos años cumplidos y hasta hace poco nadie calculó el riesgo/beneficio. Esto mismo le ha pasado a las bebidas alcohólicas. Solución: impuestos brutales, publicidad cero, restricciones sociales, marginación. Tabaquismo y alcoholismo son ‘patologías sociales’ no rentables. Ludopatía, otra ‘patología social’, ahora de moda. Pero las medidas que se toman no tienen el mismo tratamiento que las otras, excepto en lo fiscal. Publicidad, restricción y marginación no se contemplan. La ruina de esta ‘patología social’ solo arruina al individuo, a su familia y a su entorno más próximo. Estoy cansado de ver famosillos, ‘deportistas’ y otros… haciendo publicidad consentida de esa porquería. Y el Estado ganando siempre con coste cero. Sigo fumando y bebiendo con mi consentimiento y lo pago con creces; mi salud y mi bolsillo lo costean. Creo que de los ludópatas se tendrían que preocupar mucho más.

Jesús Márquez Ruiz (Correo electrónico)


Lenta cicatrización

«Me estás haciendo bullying» dice uno de mis compañeros a otro entre risas. Y a mí me da una punzada en el corazón. Por suerte, ninguno de ellos ha pasado por lo que yo sí. ¿Por qué gran parte de nuestra sociedad utiliza las palabras sin pensar en su significado? ¿Cambiaría algo si escucharan de primera mano lo que es ser acosado en tu trabajo? Lo desconozco, porque solo sé que, tres años después de abandonar mi anterior puesto, tras luchar contra los acosos laborales de una compañera de menor rango, aún no tengo fuerzas para hacerlo. La principal razón, las víctimas somos las estigmatizadas. Mis conocidos se preguntan cómo pude abandonar una carrera de prestigio, labrada durante 20 años de esfuerzo y dedicación, cuando ya empezaba a recoger sus frutos. Sí, a mis 40 tuve que reinventarme, y ahora, cobrando cinco veces menos en un trabajo sin estabilidad, disfruto de una nueva vocación y no tengo taquicardias cada mañana. A mí no me ayudaron mi jefe (el acosador suele estar entre sus favoritos) ni mis compañeros (que te aíslan y solo tarde se dan cuenta de que podrían haber abierto la boca) ni Recursos Humanos (que trata a la víctima y al acosador al mismo nivel). Sí me ayudaron mi familia y la organización workplacebullying.org. En su web, te recuerdan que tu salud mental y física es lo primero y que no eres el responsable de lo que te pasa; y que, a diferencia del acoso escolar, donde la víctima suele ser el más vulnerable, en el acoso profesional, esta suele ser de los más cualificados y trabajadores de su grupo, independiente, honesto e insobornable, a la vez que empático y con buenas habilidades sociales. Sí, hay salida, pero también mucho daño evitable.

Isabel B. (Correo electrónico)


Imperfectos

El filósofo Albert Camus escribió la novela La peste hace setenta y tres años; ando leyéndola y no puedo evitar hacer un paralelismo de lo que está ocurriendo en nuestras sociedades, ya sea por la emergencia climática, el terrorismo yihadista o el nuevo coronavirus. En el libro, Camus retrata un mundo enfermo que después de una tragedia vuelve a rehumanizarse: es lo que tienen las catástrofes, que nos hacen ser compasivos con el otro y aprendemos a mirarnos por dentro para comprender, ya que el otro también somos nosotros… Los seres humanos podemos llegar a ser muy destructivos, indolentes e indiferentes, pero también solidarios. Como en todo, estamos llenos de matices. Según pasan los días, nos vamos habituando a este tipo de situaciones y a comprender que esta clase de vivencias nos hace replantearnos nuestra existencia y también nuestro modo de vida. Somos seres imperfectos y, aunque estemos ya en el siglo XXI, siempre estaremos envueltos en todo tipo de amenazas, ahora más globales que nunca, muy a nuestro pesar. La fábula de Camus nos invita a pensarnos y a removernos la moral; la mía se decanta cada vez más por una vida más austera, evitando lo superfluo.

Silvia Berenz (Barcelona)

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Pedagogías

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Pedagogías

EL BLOC DEL CARTERO

Dedicarle atención a la educación surte sus efectos. La conversación publicada en la revista entre dos expertos educativos suscita opiniones encontradas, pero cada una con su argumentación, en ningún caso improvisada ni banal. Cabe recomendar el ejercicio de releer aquella conversación, y contrastar lo dicho en ella con las opiniones coincidentes, divergentes o complementarias de las dos lectoras que nos escriben. Según quién lea, tendrá más afinidad con una o con otra, pero eso no es lo principal. La cuestión es que la reflexión sobre cómo educamos a nuestros niños y niñas, y sobre el valor que gracias a esa educación atribuyen al aprendizaje, es un empeño demasiado crucial como para despacharlo con un prejuicio ideológico. Requiere un debate a fondo, el único que arroja decisiones fundadas.

LA CARTA DE LA SEMANA

Una pajarita, una sonrisa

La soledad también viaja en metro. Hace días entré en un vagón cuando un señor mayor, con gorra visera, gafas de pasta y rictus bonachón –me recordó al abuelo de Up– entregaba una pajarita de papel a un niño, de unos cinco años, que viajaba con su padre. El niño tomó la pajarita, tiró de su cola y la figura comenzó a mover sus alas. La escena era tierna: el niño, ensimismado en su frágil juguete; el papá, vigilante, y el abuelo Up, sonriendo para sus adentros. Hacía tiempo que no veía a un niño entretenerse con algo que no fuera un móvil. Tres estaciones después, el abuelo sacó otra obra de arte de papel que simulaba el pico de un gran pájaro. Se lo aproximó al niño intentando darle picotazos, pero él ni flores. Seguía volando a lomos de su pajarita. Un poco más adelante, niño y padre se bajaron despidiéndose del abuelo con una sonrisa. Al llegar a mi estación, dejé al abuelo Up girando en la línea circular. Tal vez esperando que otro niño se sentara a su lado para intercambiar papiroflexia por sonrisas. Me lo imaginé en la soledad de un pequeño piso, sentado a una mesa camilla, preparando aviones, barquitas o pajaritas de papel a la luz de un flexo. Quizá mañana otro niño –estaría pensando– me conceda una mirada alegre y unas risitas.

Agustín del Pino (Madrid)

Por qué la he premiado… Por la historia y el ejemplo, de cómo puede llegar a dar más quien menos tiene.


Un debate necesario

Leo con interés el artículo Repetir o no repetir. Se deduce quién teoriza desde su despacho y quién desde una larga trayectoria en el campo de batalla de las aulas. El profesor Moreno Castillo, con el trasfondo de un debate necesario, desgrana algunos problemas: falta de autoridad del docente, excesivas horas diarias, progresivo descenso de los niveles de exigencia, escasos hábitos de trabajo, niños aburridos que molestan de continuo, padres implacables con el profesor (en realidad, solo con el resultado académico) pero no con sus vástagos, aprobados muy baratos… Otros problemas del sistema son el excesivo número de optativas al inicio de la ESO, presiones para alcanzar porcentajes mínimos de aprobados, minorías descolgadas en un círculo vicioso de absentismo y desfase respecto a su edad. Adolescentes que pasan horas enganchados a las redes, que no pueden abarcar instituto, extraescolares y vida social digital. Padres consentidores, ausentes muchas horas por falta de conciliación, que no transmiten la importancia del estudio porque jamás preguntan a sus hijos si aprenden… Y todo con el trasfondo de la pedagogía del aprender divirtiéndote y potenciar la creatividad porque todos somos maravillosos, que solo consigue desprestigiar y culpabilizar a los docentes. ¿De verdad tenemos todos tantas capacidades y potencialidades? Se me antoja que la cuestión de repetir es solo uno de los muchos problemas de la enseñanza española. Y seguirán sin resolverse, porque los factores de la ley educativa no van a preguntar a los docentes de a pie, sino a los catedráticos que trabajan con situaciones completamente alejadas de la realidad docente en enseñanzas medias y primaria.

María Rosa Romero Jiménez, Burlada (Navarra)


Fresas sin nata

Ricardo Moreno Castillo se me antoja en pedagogía como acompañar las fresas con sal. Sin entrar a valorar la tasa de repetidores cuando lo que urge es un gran pacto educativo, me irrita que el autor de Panfleto antipedagógico se presente como experto en educación y parodie la labor de orientadores, psicólogos y pedagogos. Lanza frases que son fresas sin nata, cuando en educación nos movemos en el terreno de la nata y no tanto de la sal marina, que oxida las ventanas de la novedad y el pensamiento divergente. ¿Por qué dice que los orientadores, expertos, psicólogos y pedagogos que pululan por los institutos crean más problemas de los que resuelven? Los maestros estamos adaptándonos al nuevo paradigma educativo y nos estamos sumergiendo en ese diálogo entre tradición e innovación, entre autoridad y comunicación. Hay muchos puntos donde el sistema falla, y esta alta tasa de repetidores muestra que se debe mejorar la equidad educativa. Ahora bien, que se presente como experto a alguien que ridiculiza la innovación educativa me parece impertinente. Expertos como Carmen Pellicer o el propio José Antonio Marina me parecen voces con más autoridad. Moreno Castillo pone el foco en la parte más experimental de la nueva educación. Sin embargo, de lo que se debería hablar es de por qué creemos a nivel nacional tan poco en el poder de la educación. La mejor manera de conquistarse a uno mismo es a través del esforzado acto de cultivarse. Ese es el poder de la educación. A mi juicio, esas gafas de Moreno Castillo no son la mejor fórmula para contagiar entusiasmo. Quiero pensar, y pienso, que se puede innovar con sentido común, con un diálogo razonable entre presente y pasado, entre disciplina y juego, entre seriedad y emoción, entre la risa y el sudor. En realidad, todo cambio –y también el educativo– va acompañado de esas resistencias como la que representa Moreno Castillo, lo cual nos confirma que vamos en el buen camino. Le diría a él que esos pedagogos a los que él tanto desprecia son los que han inventado nuevas formas para que aprender merezca la pena y los niños vayan contentos a la escuela. El arte de enseñar siempre tuvo que ver con ir a por la nata que acompañara las fresas un domingo de primavera.

Edurne Arizti, maestra (San Sebastián)


La bofetada del coronavirus

El COVID-19 ha despertado de una bofetada a quienes creen que los avances científicos son importantes solo cuando salen en el telediario; un científico ha descubierto tal o cual molécula contra el cáncer, otro, una terapia contra tal enfermedad… Ese momento de gloria de los científicos en el telediario es para muchos impresionante; sobre todo, si un familiar o amigo tiene cáncer, o padece ese mal… Decimos entonces que la ciencia merece la pena, cuando protestamos porque debería financiarse mejor o porque nuestros científicos se tienen que ir a investigar al extranjero. Señoras y señores, la ciencia es importante aunque no haya avances científicos en el telediario. Sin la ciencia y sin los investigadores no habría detección precoz del coronavirus, ni llegaría una vacuna, ni un tratamiento. Y los científicos son personas; al cuidar a esas personas, ellos cuidarán de las demás. Cuidemos a nuestros científicos, cuidemos a la ciencia.

José Ramos Vivas (Correo electrónico)


Mi madre es hípster

Cuando era una niña, en los 70, y en los hogares comenzaba el consumo de nuevos productos introducidos por la publicidad y el desarrollismo, yo seguía llevando al colegio el bocadillo envuelto en papel de periódico, y mi madre, en lugar de comprar detergente líquido para lavar los platos, hacía su propio jabón con los restos del aceite. Cuando mis amigas merendaban pastelitos de bollería, yo llevaba un bizcocho casero hecho con aceite o con la nata que sacábamos al cocer la leche que había que hervir antes de consumir, ya que entonces la vendían en bolsa sin pasteurizar. Mi madre no echaba a los macarrones tomate frito de bote, sino que hacía sus propias conservas de tomate. Yo entonces pensaba que mi madre era una antigua, y me moría de ganas por parecerme a mis compañeras, que me resultaban muy modernas, y ahora resulta que la más moderna era mi madre, que consumía productos naturales en lugar de procesados, y que se hacía su propia ropa. Hoy me he dado cuenta de que, al final, el tiempo le ha dado la razón y, además, he descubierto que mi madre… ¡hace cuarenta años ya era hípster, y yo sin enterarme!

Elena Bernabé (Málaga)


Días de colores

Mi hijo de 7 años tiene el síndrome de Asperger. Antes de que le diagnosticaran todo era muy difícil: no entendíamos su comportamiento ni sabíamos cómo ayudarlo. Cuando tuvimos un diagnóstico, el primer sentimiento fue de disgusto, de miedo y de mucha pena. Se trataba de un trastorno dentro del espectro autista que auguraba muchas dificultades en el ámbito social y académico. El cerebro contiene billones de conexiones neuronales. El de mi hijo no funciona como el de otros niños de su edad: Es brillante y muy inteligente, pero sus conexiones neuronales entre unas regiones del cerebro y otras funcionan de una forma diferente. Le cuesta entender el mundo y a sus semejantes, hacer amigos, ceñirse a las normas o mantenerse quieto. Ir al colegio y atender se le hace duro, así como trabajar en equipo e integrar un grupo. Sin embargo, todas esas habilidades y competencias que no le salen de modo natural, se pueden aprender si se trabajan desde niños. Con esfuerzo, terapia y mucho cariño, se pueden crear conexiones neuronales, y con esto los niños aprenden a gestionar sus emociones, a socializar, a enfrentar sus dificultades y a potenciar lo que los hace únicos. Gracias infinitas a todos esos profesionales (profesores, cuidadores, terapeutas, enfermeros…) que creen en estos niños y les regalan su tiempo, su paciencia, su entrega y su cariño. Todos ellos les dan la autoestima que necesitan y los ayudan a construir esos puentes en sus cerebros para tener una vida plena y feliz. Esta experiencia nos ha cambiado la forma en que vivimos. Cuando la vida te regala una dificultad, dejas de dar por sentada la ausencia de problemas y aprendes a valorar y celebrar cada día bueno, cada paso, cada logro, cada obstáculo superado. Cuando la vida te regala una dificultad desaparecen los días grises y la rutina. Hay días blancos y otros tantos negros y, si uno sabe mirar las cosas con las gafas adecuadas, muchos de los días son de colores, únicos y brillantes.

Paloma Pérez Miguel, Mutilva Baja (Navarra)

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Examen

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Examen

EL BLOC DEL CARTERO

Nos lo dicen nuestros lectores: la vida nos ha sometido a un examen, de esos que más temíamos en nuestra edad escolar, los que nos llegaban por sorpresa. Es un examen individual, que nos pone a prueba a todos y cada uno de nosotros, aunque a algunos con más intensidad que a otros. Nos escriben quienes están en primera línea, en la trinchera, pidiéndonos a los de la retaguardia que hagamos, solamente, lo que la decencia y el sentido común exigen: procurar no aumentarles de manera innecesaria la carga que ya soportan. El examen es también colectivo y empezó, vemos ahora, antes de que se declarara la pandemia. En esa primera evaluación no sacamos muy buena nota: ninguno, pese a tanto listo y tanto perito retrospectivo. En las siguientes tenemos la oportunidad y la obligación de levantarla.
LA CARTA DE LA SEMANA 

Trincheras

No querría hablar más del COVID-19, así que hablaré de las trincheras. De los cientos de profesionales que, en España, enfrentan una nueva amenaza. De quienes desde el poder echan a los leones a nuestros sanitarios diciendo que nuestro sistema de salud está preparado para afrontar cualquier contingencia o negligencia política o insolidaridad civil. Nos piden que callemos, pero hablaré, como médico, de quienes serviremos de chivo expiatorio ante un error humano en esta epidemia. Y alardeando del alma de nuestros sanitarios, y del de otros profesionales (servidores del orden público incluidos) que callan por no hablar desde la rabia, diré que serviremos. Nosotros sí. Aunque la impotencia, el cansancio o el enfado nos desanimen, no nos importa: si uno cae, otro le levanta; si uno queda en cuarentena, otro arrima el hombro, aun a riesgo de su vida. Esta es nuestra trinchera, nuestro humilde compromiso y nuestra mejor voluntad: poner a vuestro servicio nuestra alma combativa. Un ejército de ángeles de la guarda os custodian con sus batas blancas, hasta donde pueden. Ánimo a todos ellos. Y a los demás, os lo ruego: ayudadnos.

Samuel García Moreno (Logroño)

Por qué  la he premiado…  Porque  su autor y sus compañeros  se han ganado  el derecho a que los escuchemos.


Responsabilidad individual  

Afortunadamente la mayoría de los españoles no hemos vivido restricciones a lo largo de nuestra vida. Hoy, el COVID-19 nos la está cambiando. Tenemos que ser, por ello, responsables con nuestros actos individuales ante esta pandemia. El sistema sanitario de España es uno de los mejores del mundo, pero tiene limitaciones. Los servicios que presta nos han permitido tanto mejorar nuestra calidad de vida como prolongarla a través de verdaderos profesionales de la sanidad. Además, y a diferencia del resto de los países, ese servicio sanitario es universal y gratuito. Es una de las joyas de este país, y por ello debemos cuidarlo entre todos, haciendo un uso responsable del mismo. Esta responsabilidad individual consiste simplemente en seguir al pie de la letra las instrucciones que nos dan los citados profesionales, con la única finalidad de no colapsar los centros de atención y demás recursos de la sanidad nacional. Estamos ante una emergencia sanitaria de dimensiones desconocidas y, por ello, debemos colaborar toda la sociedad con las autoridades. Hoy toca estar más unidos que nunca ante este reto vírico. Seamos responsables y ayudemos al Estado.

Pedro Marín Usón (Zaragoza)


Al rincón de pensar

Un minúsculo ente viviente, que apenas alcanza la categoría de microorganismo, que carece de células propias y que necesita parasitar a su hospedador para multiplicarse a sí mismo, ha bastado para revelar el estadio de subdesarrollo moral en el que como sociedad nos encontramos. Solamente ahora, que nos vemos amenazados en lo personal, que tememos perder nuestro efímero cuerpo, nos apuramos a obedecer las instrucciones de coordinación colectiva orientadas a afrontar una crisis en la que nos sentimos principales víctimas, siendo  principales actores. Este patrón de conducta no encaja ni con la valentía ni con la honorabilidad. Nuestra actitud colaborativa en la crisis del COVID-19 no se debe a la solidaridad ni al altruismo ni a la  altura de miras. De los seis estadios de desarrollo moral descritos por Lawrence Kohlberg, de los tres descritos por Jean Piaget, de los cinco estadios de desarrollo prosocial descritos por Nancy Eisenberg, nos encontramos atascados, en cualquier caso, en el primero, el estadio más bajo, el del hedonismo y el miedo egoico. Un minúsculo agente, ultramicroscópico, perseverante en su modo de ser, ha bastado para que no queden dudas sobre cuál es nuestro modo colectivo de ser. La Fiebre por la Internacionalización ha internacionalizado la fiebre. Lástima de sociedad y de individuo contagiado de ella: el miedo es la fusta que los pone a andar. Ahora que os quedaréis en casa, separados de la mayoría, tenéis la oportunidad de aprender a ser individuos dentro de la biosfera. En el año 2019 se dio un boom de publicaciones con análogo titular: El cambio climático afecta a nuestra salud mental. Algún día, desde un estadio de desarrollo moral superior afirmaremos: Nuestra salud mental afecta al cambio climático y a la biosfera en conjunto. El COVID-19 es un eficaz agente antidisturbios: ha disuelto las multitudes y ha enviado al individuo al rincón de pensar. ¿Lo aprovechará para escalar hasta el siguiente estadio moral?

David Arturo Rodríguez González, Villa de Santa Brígida (Las Palmas)


Cuidemos la sanidad pública

Hoy salgo de guardia tras 24 horas trabajando a destajo en un hospital público. A mi salida, confirmo que el mundo ha dado un giro inesperado.  Hoy no será un sábado libre como cualquier otro tras una jornada completa de trabajo. Hoy, a pesar de las ganas, yo también #mequedoencasa y lo hago para poder cuidarte de la mejor forma cuando me necesites. Hoy me mantendré lejos de mi familia y de mis amigos. Hoy no habrá paseo al sol en bicicleta para despejarme. Yo te cuido desde esta sanidad pública desconcertada para que tú me demuestres con tu ejemplo que también sabes protegerla para el beneficio de todos.

Ana Astorga Zambrana (Málaga)


Examen a la sociedad

Estamos pasando una situación para la que nuestra sociedad no está preparada y aún menos mentalizada. No nos cabe en la cabeza que nuestra forma de vida se pueda ver paralizada, anulada, derribada de un día para otro. Veíamos muy lejanas –en la distancia, pero, aún peor, en la conciencia– las desgracias de los países del Tercer Mundo. Como si fuéramos inmunes a una desgracia social que pusiera a prueba nuestro estatus. Los más mayores todavía recuerdan las carencias que conllevó la guerra y la posguerra en España, pero los hijos de aquella generación, y ya ni hablar de los nietos, hemos vivido en una sociedad del derroche, del tener todo lo que necesitábamos con cruzar la puerta de un supermercado, de una farmacia o de un centro comercial. Y es ahora, en una situación en la que se pone a prueba todo un modelo de sociedad, cuando aflora y se ve la naturaleza humana. Por una parte, el miedo nos lleva a situaciones irracionales en los supermercados y, por otra, el personal sanitario se entrega y lucha, en muchos casos sin medios, por superar al virus. Es en estos momentos en los que se ve la solidaridad de una sociedad, en los pequeños detalles que comienzan en el compartir y tomando conciencia del reparto de los bienes de primera necesidad y no acumulándolos en una carrera egoísta y desmedida. Seamos solidarios y responsables. Que esta situación sirva para concienciarnos de nuestra debilidad como sociedad y de nuestra fortaleza como personas.

Francisco Javier Sáenz Martínez, Lasarte-Oria (Guipúzcoa)


Resiliencia que no se doblega

El artículo Tecnología sabia y milenaria, del XLSemanal 1689, me ha conmovido. El recorrido por la variada gama de ingenierías admirables por las que no pasan los años, sino los milenios, sobrecoge. Poemas de la historia que, vinculando floricultura, agronomía, corrientes lacustres y cantos a la naturaleza, riegan por el planeta sus aromas arqueológicos. Aunque la Lo-TEK se pueda poner de moda (no sería raro al venir de Harvard), es necesario resaltar el hecho de que el conocimiento ecológico tradicional (CET) tiene un quién, un cómo y unas circunstancias bajo las que se produce. ¿Quién? Los pueblos indígenas. Sus saberes son parte de nuestra historia viva, como los puentes vivos de los khasis; es como si nuestros abuelos estuviesen vivos contándonos historias o demostrándonos sus habilidades. Borges, en El etnógrafo, dice que «… en toda historia los protagonistas son miles, visibles e invisibles, vivos y muertos». Los indígenas aquí son los protagonistas, pues realmente están tras de esas ingenierías y ecologías milenarias. ¡Calcule cuánto tiempo les llevó aprender y cuánta ciencia debieron aplicar los khasis para tejer esos formidables puentes vivos! A golpe de tradición, anudan algo de ciencia y una inspiración ecológica para nuestra humanidad. ¿Circunstancias? Los indígenas sí tienen que decir sobre la resiliencia que no se doblega. ¡Cuánta crueldad se les impone solo con decir que su CET detiene el desarrollo humano, por el simple hecho de desear recursos en su territorio!

Carlos Vladimir Zambrano, Jerez de la Frontera (Cádiz)


Por mi condición

Soy mujer. Profesional. Del norte. Casada. Medio urbana. Medio rural. Trabajo por cuenta ajena. Tengo cincuenta y tantos. De clase media. Mi infancia la marcó la muerte de mi madre. No fue fácil. Tengo muchas inquietudes. Mi salud a veces se quiebra. Me gusta leer, escribir, pintar, el cine, la música, el fútbol, comer, cocinar y tantas cosas más. He viajado a otros países, he conocido a mucha gente muy diferente. Todo esto marca, conforma, perfila y define mi personalidad. ¡Tenemos tantas aristas y matices que nos hacen únicos e irrepetibles! En el sentir, en el pensar, en el vivir. Así que espero que nadie pretenda ahora que tenga una opinión, una idea, un comportamiento porque mi condición de viajera, o de casada o de huérfana, o de mujer así lo suponga. Porque quedaría fuera todo lo demás que hace que mi criterio sea único y personal. Siempre he sido discreta y sensata, pero no sumisa ni timorata. Si hay que debatir, debatamos; si hay que discutir, discutamos, y llegaremos como ya practicaban los griegos al conocimiento. Gracias por entenderlo.

Carmen Hijós Larraz, Barañáin (Navarra)

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Después

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Después

EL BLOC DEL CARTERO

El coronavirus ha llenado de horas en casa nuestros días y el buzón de este espacio de mensajes. El triple de lo habitual, calculando a bulto. El cartero ha hecho lo que ha podido en la selección y, si por lo común siente que debe disculpas a alguien por no haber podido hacerle hueco, esta semana lo siente todavía un poco más. Las cartas hablan del ahora, pero también del después. Y en muchas de ellas aflora una idea recurrente: nada va a poder ser como antes, pero hay alguna cosa que va a ser más difícil que se quede como está. Las desigualdades extremas de un sistema que acumuló beneficios ingentes en unas pocas manos, y ahora arroja un quebranto no menos ingente sobre las espaldas de todos, se vuelven en esta hora insoportables. Cada ingreso tiene sus costes, y convendría empezar a calcularlos mejor.

LA CARTA DE LA SEMANA

La mierda esta (con perdón)

Hemos subestimado al enemigo y ahora toca pagarlo, como en todo conflicto. Toca dar ejemplo, aliento y ayuda. Estar unidos y luchar; aunque afloren los reproches, hemos de reprimirlos. Están falleciendo personas, seres queridos a los que se les caduca la vida sin aviso y de un modo muy cruel, sin despedidas ni la ocasión de unirnos en ese último adiós de recuerdo, consuelo y honor. A mí ya se me ha ido un amigo, esto va en serio, ya no está. Desde que me enteré de su ingreso, he comprobado el WhatsApp esperando el milagro; hoy sigue sin usarlo. En su estado aún reza: «Al final, no recordamos las palabras de nuestros enemigos, sino el silencio de nuestros amigos». Aldo, descansa en paz y escucha, amigo. El jueves me tomé dos caldos de esos tan ricos que hacías y un buen crianza de Rioja. El sábado ya no abrías el bar y, después, la Policía te tuvo que rescatar de casa, infectado por esta mierda. Más de treinta años militando en tu local, con muchos momentos para el recuerdo en buena compañía, hasta luego, y muchas gracias. Responsabilidad, por favor, a todos. Paciencia, amor y cariño, aprovechemos para querer y, lo que es casi más importante, decirlo.

Alberto Alonso, Logroño (La Rioja)

Por qué  la he premiado…  Porque recoge lo esencial y se sacude lo accesorio en esta hora y este trance.


Blandiblú

Mi esposa y yo somos positivos del COVID-19, estamos peleando contra él desde casa y estamos convencidos de que en unos días lo habremos superado. Estaba en la cama a las ocho, cuando se han escuchado en la calle los aplausos de reconocimiento a los sanitarios. Al terminar, una soprano ha interpretado magníficamente desde un balcón vecino un aria de Carmen. Toda la manzana se ha volcado en aplausos y gritos de reconocimiento y gratitud. Me he emocionado. Al observarlo mi esposa, me he justificado: «Es que estoy blandiblú, cariño». El virus se irá y todos volveremos a la normalidad. Estaremos fuertes otra vez y no lloraremos cuando escuchemos El amor es un pájaro rebelde. Sin embargo, pienso, a lo mejor sería deseable que nos quedase un poco de ‘blandiblú’ en el espíritu, que apreciáramos más los pequeños detalles y nos preocupase un poco más el de al lado, para comenzar a construir un mundo mejor.

Luis Subías (Barcelona)


El efecto mariposa

Una mariposa bate sus alas en una ciudad de Asia y su aleteo provoca el caos en el resto del planeta. En un mundo global, liberal y capitalista, nos creemos a salvo de lo que pasa en la parte miserable del globo, que afecta a otros, no a mí: pobreza, refugiados, desastres naturales… Esto nos debe recordar que jamás estaremos por encima de la naturaleza, aunque nuestro poder adquisitivo y nuestra ducha diaria con agua potable calentita así nos lo hagan creer. El virus no prejuzga como nosotros. No le importa si es don Amancio Ortega o el indigente que duerme en el cajero. Ahora se avecina una crisis sin precedentes: Bolsas hundiéndose, histeria colectiva, destrucción de empleo y un largo etcétera. Lo vamos a vivir en primera persona. Espero que hagamos autocrítica y recapacitemos. El que manda es el dinero, y quienes lo manejan son muy poquitos, pero nuestro microegoísmo nos impide advertirlo. Estas son sus consecuencias. ¿Existe vacuna para el COVID-19? No. ¿Y para que no vuelva a suceder algo similar? Sí, redistribución de riqueza.

Javier Venera González (Badajoz)


Bilbao, 2040

Mi nieto llega a visitarme y, tras darme un beso, me pregunta si viví la Guerra Civil. Me echo las manos a la cabeza: no entiende que, aunque naciera en el siglo XX, nací medio siglo más tarde de eso. Aprovecho para contarle que he vivido otros acontecimientos: el 11S, el 11M, la crisis de 2008, la pandemia del 20, la cual me marcó profundamente por el confinamiento en casa con su padre siendo niño. Me dice que ni idea de todo esto que le cuento. Y sigo impactada: los chicos dan Historia de hace siglos, pero desconocen la más cercana, y pase lo que pase, gobierno tras gobierno, seguimos igual, dejando que nuestra desmemoria impere para continuar con nuestros prejuicios y justificar los fanatismos, que no ideologías, de la clase política.    

Lara Cebriano (Bilbao)


Por nuestros abuelos

Tengo 15 años y tengo la suerte de que aún viven mis cuatro abuelos. Mis padres trabajan mucho, dentro y fuera de casa, y tratan de que mis hermanos y yo aprendamos el valor del esfuerzo, aunque a veces les cuesta que lo entendamos. A veces se dice que mi generación es blandita, y a mí me molesta, pero mis padres dicen que ellos también son blanditos si se comparan con mis abuelos. Mis abuelos nacieron entre 1940 y 1944, más o menos. Fueron niños en la posguerra. Hablan de cosas como la cartilla de racionamiento o que se apagaba la luz de la escalera del edificio cuando volvían del colegio. Se pasaron la vida trabajando y sacando adelante no solo a su familia, sino al país entero. Mis padres dicen que a ellos ya no les faltó de nada, pero mis abuelos dicen cosas como que el pollo y la piña eran manjares carísimos que nadie podía comer. A veces, cuando voy al supermercado y veo todo lo que hay, me acuerdo de esas historias. Ahora, con el coronavirus, están en casa. Encerrados, aburridos y un poco preocupados, pero solo llaman a ver cómo estamos nosotros. A todos los jóvenes, desde aquí les digo: nos toca hacer algo por ellos, por nuestros abuelos. Gracias a ellos estamos aquí. Por ellos: ¡quédate en casa!

Pedro A. S. D. (Madrid)


Método canguro

Quiero contarte un poco mi vida este último año. Me quedé embarazada en diciembre de 2018, era un embarazo muy deseado y vino cuando menos lo esperábamos. Vera nació con 820 gramos en la semana 27 de gestación. Su mamá estaba muy grave y, gracias a la intervención rápida de los médicos, las dos salimos adelante. Vera vivía en su casita de paredes transparentes en la UCI de neonatología del Gregorio Marañón. Su papá y yo no podíamos dejar de admirar la maravilla que era nuestro bebé. Casi sin poder verle su carita, estaba intubada, llena de cables. Durante un mes de nuestra vida estuvo luchando en la UCI. Pudimos cogerla por primera vez a las tres semanas de vida, haciendo el método canguro, que consiste en ponerla sobre nuestro pecho desnudo, durante tres o cuatro horas varias veces al día, para que sentir el calor de sus papás favoreciera su evolución. Una vez salimos de la UCI, aún nos quedaron dos meses más en cuidados intermedios. En total pasamos los meses de junio a septiembre sentados en una silla al lado de ella y, así, casi cien días. Fue sin duda nuestro mejor verano, porque nuestra ilusión y esperanza nos daban fuerzas. Y ahora pienso, ¿qué son cien días? El tiempo que ahora sentirás pasa lento, pero cuando toda esta situación termine, habrás ganado la batalla, y el hospital se habrá quedado atrás. Nosotros estamos contigo, haciendo el método canguro, para que sientas nuestro calor. Te mandamos toda nuestra energía, esperando tu recuperación. Tan solo te pedimos un poquito de paciencia y tu sonrisa al finalizar esta carta.

Felipe, Vera y Carolina (Correo electrónico)


Ahora

Ahora que el universo nos ha dado una tregua inesperada, tenemos una gran oportunidad para volver a empezar. Ahora es el momento de detenernos unos días y reflexionar; de invertir nuestra escala de valores y priorizar lo esencial sobre lo superfluo; de no volver dentro de quince días a la espiral perversa de antes; de no postergar más tiempo un acto de generosidad, una promesa pendiente o un «te extraño». Ahora es el momento de valorar y salvaguardar la libertad, la justicia, los derechos, garantías y servicios públicos que hemos alcanzado gracias al sacrificio y al consenso de todos, y que hace apenas unas semanas parecían eternos. Si algo está demostrando esta crisis sanitaria es la rapidez con la que pueden perderse las certezas vitales que tanto hemos tardado en conquistar. Ahora es el momento de dejar de comportarnos como dioses y ser conscientes de que estamos a expensas de algo que nos sobrepasa; de pensar en quienes más sufren: los refugiados, los enfermos, los sintecho, los que pasan su vida enclaustrados como hoy nosotros. Y que, cuando llenemos de nuevo las calles, lo hagamos con el alma y el corazón bien abiertos para darles también la nueva oportunidad que merecen. Ahora es el momento de hacer de este mundo un lugar mucho más bello en el que vivir.

Ignacio de Saavedra Lage (Madrid)

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Consideración

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Consideración

EL BLOC DEL CARTERO

La pandemia de 2020 nos va a dejar unas cuantas lecciones. Entre ellas, no será la menor la de darles a ciertas cosas su justo valor frente a otras. Hemos descubierto que algunos asuntos que captaban de manera desorbitada nuestra atención, y con ella los recursos de que disponemos, llegado el momento de la verdad carecen por completo de importancia. Por el contrario, nos hemos dado cuenta de que teníamos desatendidos o clamorosamente infradotados servicios vitales para la supervivencia y la dignidad de las personas, y que a quienes los sostienen no les hemos dado, ni de lejos, la consideración que merece su labor. Tal vez convertirlos a toda prisa en héroes sea, en cierto modo, un gesto de mala conciencia. Conviene leer la carta de la semana, de una médico que pide que no la aplaudamos. Para meditar.

LA CARTA DE LA SEMANA

Yo no necesito aplausos

Prefiero que me trates con respeto cada vez que te atiendo en la consulta. De verdad, no necesito ese aplauso. Necesito que no pongas en duda mi criterio médico porque has leído en Internet un blog en el que se dice algo distinto. No quiero que salgas a aplaudir a las 20.00 si no cuidas de la sanidad pública cada día. Quiero que pienses un momento en todo el tiempo que he dedicado para estar preparada para cuidarte y ofrecerte la mejor solución a tu problema. Y, si no eres consciente de ello, no salgas a tu ventana a aplaudir. Quiero que cada día hagas un buen uso de la sanidad, que la trates como el bien preciado y limitado que es. Quiero que no utilices la urgencia si no tienes un problema urgente porque gastas recursos y tiempo que necesita otro paciente. No quiero que me llames «niña», «bonita», «señorita»… Soy tu médico y merezco el respeto y el lugar que me he ganado con mi esfuerzo. Y, si después de todo esto que te cuento, quieres salir a aplaudir, hazlo, pero solo si estás convencido de cuidarme mejor a partir de ahora. Cuídanos cada día como nosotros estamos dispuestos a cuidarte. Ahora y siempre.

Ana Astorga Zambrana (Málaga)

Por qué  la he premiado… Por la llamada a la conciencia, y porque nunca es tarde para recobrarla.


Carta a mis alumnos

Tercer día de la segunda semana de clases no presenciales. Poco a poco vamos consolidando hábitos de trabajo autónomo, poco a poco nos vamos adaptando a esta nueva situación. Y todo ello, solo es posible con vuestra fuerza de voluntad, con vuestra implicación. Estáis viviendo un momento histórico que los medios de comunicación han comparado con una guerra; me imagino que ya estáis empezando a ser conscientes de ello, pero la guerra más importante es la que cada uno de vosotros, cada uno de nosotros entablamos con nosotros mismos. Por eso, este momento es fundamental para dar un paso adelante, para demostrarte a ti mismo y a los demás que tú puedes tomar las riendas de tus obligaciones, que ya no te tienen que recordar que tienes que estudiar o hacer las tareas, recoger tu habitación o ayudar a tu hermano pequeño. Es la hora de los valientes y yo sé que no me vas a defraudar, que no vas a defraudar a tus padres ni a tus familiares ni amigos, pero lo más importante, que no te vas a defraudar a ti mismo, porque es tu hora. Suerte y mucho ánimo en estos tiempos tan difíciles.

Alberto Q. Martínez (Santander)


Y ahora qué

Conozco la naturaleza, no soy biólogo ni ecologista, pero sé buscar hinojo, tomillo y orégano, distinguir una cama de liebre de una madriguera de conejo y una cagada de zorra de una de jabalí, cagada, sí, no excremento. Durante los últimos cuarenta años he visto desaparecer muchas especies del ecosistema donde habito, otras han disminuido a la mitad o un tercio. He sido testigo de cómo sufrían las hormigas, las abejas, las aves… Salí a pasear con mi perro los cinco minutos que están permitidos y tuve la suerte de encontrarme con un bando de jilgueros. Iban unos diez, se ven pocos; ahora un bando así es de los grandes. Pasé a su lado y cantaban. Tuve la sensación de que se dirigían a mí y me decían: «Ahora qué, ¿eh? Ahora qué».

Luis Alberto Grima Serrano, Calatayud (Zaragoza)


Datos para reflexionar

Estamos todos muy preocupados con esta crisis. Ahora nos damos cuenta de la importancia del gasto en sanidad. Tenemos que plantearnos en qué se gastan los recursos económicos. Voy a reseñar algunos datos que posiblemente te harán reflexionar. Estamos pagando a las figuras del deporte unas cantidades desorbitantes. Por ejemplo: Leo Messi cobra lo mismo que 1700 médicos. Cristiano Ronaldo lo que 1420, Roger Federer lo que 1120, Rafa Nadal lo que 455. Más datos: con lo que la sociedad ‘paga’ a Messi, se puede financiar un hospital con una plantilla de 850 médicos, 1250 enfermeras, 400 auxiliares de enfermería y 200 de oficios varios. ¿A cuántos contagiados se podría atender en este hospital?

Francisco Iriarte Cortés (Zaragoza)


Todo lo que un guantazo implica

Contemplo horrorizado cómo algún amigo mío defiende e incluso jalea la actuación de un policía que abofetea a un ciudadano mientras está siendo detenido por incumplir el confinamiento. Cuando alguien se salta la ley, debe caer todo el peso de la misma sobre él, más aun en una situación tan complicada como la que nos está tocando vivir actualmente, pero no se puede tolerar que los encargados de hacerla respetar caigan en conductas macarras y barriobajeras. No renunciamos hace miles de años al derecho individual que supone el ejercicio de la violencia, ni se lo entregamos al Estado para que lo ejerciera en exclusividad por el bien comunitario –lo que nos permitió pasar de una sociedad tribal a una sociedad civilizada– para que ahora una persona que se hace llamar ‘agente del orden’ recurra a ella de una manera totalmente innecesaria y gratuita. Sin embargo, lo que me aterra es que mis propios conciudadanos, mis iguales, mis semejantes, justifiquen tamaña acción y la vitoreen. Soy consciente de que de aquí al autoritarismo más deleznable no hay un paso, de acuerdo, hay varios. Pero si los que deberíamos oponernos a ese avance contribuimos a recorrer el camino, mi esperanza de alcanzar algún día una sociedad libre y responsable, capaz de hacer uso de sus derechos individuales respetando al prójimo, se ve reducida a cenizas, a utopía, con la misma rapidez con la que la mano del agente cae sobre el rostro del insensato delincuente para propinarle un severo guantazo.

Alejandro Bagán Fuster, Alcañiz (Teruel)


Otra forma de ver el aislamiento

Una oportunidad para apagar la televisión y escuchar los Nocturnos de Chopin. Una oportunidad para apagar la radio y volver a leer Las aventuras de Tom Sawyer. Una oportunidad para mirar a los ojos de tu madre, sonreír y darle las gracias por todo lo que hizo por ti. Una oportunidad para percibir lo que necesitas y lo que no. Una oportunidad para lanzarte a la alfombra y jugar con tus hijos. Una oportunidad para llamar a tu primera novia y preguntarle qué tal está. Una oportunidad para averiguar por qué antes no te fijabas en los vecinos y ahora te fijas más. Una oportunidad para valorar un viaje por el descansillo. Una oportunidad para darte cuenta de que es más gratificante el bar donde desayunas que el Perito Moreno de la Patagonia. Una oportunidad para presionar la mano transparente de los abuelos. Una oportunidad para abrir la ventana a las ocho de la tarde y dejar que vuelen las toxinas de la memoria. Una oportunidad para tener presente que una cosa así puede volver a pasar. Una oportunidad para descorchar cualquier noche un Viña Albali y compartirlo mientras preparas un arroz con salchichas y judías verdes. Una oportunidad para descubrir el verbo ‘compartir’. Una oportunidad para que, ¡ojalá!, lo que estamos reflexionando estos días nos dure algo más de lo que nos duraban los ejercicios espirituales.

Tomás García Yebra, Las Navas del Marqués (Ávila)


Mi tío Ernesto

El pasado 21 de marzo, sábado, falleció un hombre bueno, se llamaba Ernesto y era mi tío. Se crio sin padre durante la dura posguerra española en un pueblo pobre y perdido de Castilla, de esos que no figuran en los mapas. Con esfuerzo y tesón, estudió Medicina y fue de los mejores de su promoción, hoy ya casi todos muertos. Ejerció de médico rural durante más de cuarenta años, sin faltar ni un solo día a su consulta, sanando con la ciencia y con la palabra, a falta de otros medios, que hoy, al parecer, tampoco abundan. A lo largo de su vida, vio morir a su hija con 28 años, a su nieto con apenas 18, y a su madre, esta ya mayor. Pero a pesar de su desdicha, jamás lo oí quejarse de nada ni maldecir su destino, aceptándolo con resignación cristiana. Y cuando nacieron mis hijos, Alejandro y Martín, siempre me atendió con una sonrisa, fuera la hora que fuera, ante mis desvelos de padre hipocondriaco. No lo he visto morir, como tampoco nadie de su familia, pero sé que murió en silencio, quedo y sin molestar, de la misma manera que había vivido, rezando por quienes aquí quedamos.

Alberto Antón González (Madrid)

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‘Yo no necesito aplausos’, la carta que mueve conciencias

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‘Yo no necesito aplausos’, la carta que mueve conciencias

Una lectora nos mandaba esta carta, ganadora de la Carta de la semana, en la sección El bloc del cartero de Lorenzo Silva, y está moviendo conciencias en redes sociales

Prefiero que me trates con respeto cada vez que te atiendo en la consulta. De verdad, no necesito ese aplauso. Necesito que no pongas en duda mi criterio médico porque has leído en Internet un blog en el que se dice algo distinto. No quiero que salgas a aplaudir a las 20.00 si no cuidas de la sanidad pública cada día.

Quiero que pienses un momento en todo el tiempo que he dedicado para estar preparada para cuidarte y ofrecerte la mejor solución a tu problema. Y, si no eres consciente de ello, no salgas a tu ventana a aplaudir.

Quiero que cada día hagas un buen uso de la sanidad, que la trates como el bien preciado y limitado que es. Quiero que no utilices la urgencia si no tienes un problema urgente porque gastas recursos y tiempo que necesita otro paciente. No quiero que me llames «niña», «bonita», «señorita»… Soy tu médico y merezco el respeto y el lugar que me he ganado con mi esfuerzo. Y, si después de todo esto que te cuento, quieres salir a aplaudir, hazlo, pero solo si estás convencido de cuidarme mejor a partir de ahora. Cuídanos cada día como nosotros estamos dispuestos a cuidarte. Ahora y siempre.

Ana Astorga Zambrana (Málaga)

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Homenaje a los abuelos

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Penumbra

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Penumbra

EL BLOC DEL CARTERO

La epidemia ha golpeado, qué duda cabe, al conjunto de nuestra sociedad. Y ha sido especialmente dura, nadie lo discute, con el colectivo de sanitarios que se ha visto forzado a contenerla, muchos sin los medios adecuados, y pagando por ello un elevado peaje. Pero tal vez donde el virus resulta más cruel es en los rincones de penumbra de nuestra sociedad, donde además pasa más inadvertido el quebranto y el esfuerzo de quienes lo contienen. Nos escriben desde dos de esos rincones: las cárceles y las escuelas para menores en dificultades. Allí también sigue la vida bajo el confinamiento, también hay quien sostiene como puede, y a menudo mal protegido, un servicio esencial. Aunque para penumbra, esa en la que han caído tantos de nuestros mayores. Lean la carta de la semana. Duele.

LA CARTA DE LA SEMANA

Los últimos niños de la guerra

La gente muere, es una regla natural, y nos hemos acostumbrado a que la gente que muere pasa a ser estadística social. Nuestros muertos del coronavirus en España son bastante más que eso. Desde que tengo uso de razón he oído hablar de los niños de la guerra, con las distintas trágicas circunstancias de diferentes colectivos, y también he oído hablar de esa guerra, fosas comunes, inhumaciones de personajes históricos o leyes de memoria histórica. ¿Qué mejor memoria histórica podemos tener que esta generación? Esta generación no se merece la miserable despedida de la vida que les estamos brindando. Son los últimos niños de la guerra que han llegado hasta hoy. Nacieron en plena guerra o cerca; aquí se quedaron o volvieron padeciendo las penurias de la posguerra para trabajar como pluriempleados, incorporando a la mujer al trabajo; se inventaron un país desde cero; tuvieron hijos dándoles una educación y un porvenir; acabaron con un régimen dirigente infame sin futuro; diseñaron un país moderno, libre, demócrata, con leyes acordes; sentaron las bases de la igualdad de sexos; nos incluyeron en las organizaciones internacionales; y consiguieron una jubilación que han usado, hasta el día de hoy, en ayudarnos a los irresponsables de sus hijos y a sus nietos y bisnietos. A cambio de esa vida ejemplar, les ofrecemos lo que nunca podían esperar: la última guerra, la más increíble. Los llevamos a la Edad Media para encerrarlos en sus casas o para infectarlos con una enfermedad que somos incapaces de curar; los confinamos en escenarios dantescos sin atención apropiada, ignorando su voluntad de compañía y esperamos a que pasen a ser estadística sin permitirles despedirse de sus seres queridos y, aunque ellos ya no lo sepan, depositándolos en pistas de patinaje de hielo hasta que se alguien se pueda hacer cargo de ellos.

Chencho Sánchez Barandica, Mompía, Bezana (Cantabria)

Por qué la he premiado… Por lo que duele, y tiene que doler, y no dejar de dolernos.


Balmis y las Casas Escuela

Tienes todas las incertidumbres, pero no pueden pararte. Sabes que no estarás en los noticiarios, ni en las cadenas de WhatsApp, ni en los rezos y súplicas de la mayoría. A no ser que salte algún suceso. Conoces que las personas con las que trabajas no son las primeras para casi nadie, que incluso la mayoría prefiere no saber que existen. El colegio que podía ser el comodín social, la vía oficial de entrada al club de la sociedad, los ha ido dejando caer, hasta que la resignación sea al menos legal, a los 16 años. Llega la peor pandemia y no esperas que justo ahora vayamos a ser prioridad en EPIS y recursos, pero no deja de ser paradójico que los de protección de menores estén sin protección. No es tiempo de quejas, estamos agradecidos porque estos niños y niñas nos exigen cada día para no caer en nuestra propia mediocridad. Porque quizá no haya más que la mejor intención por parte de responsables. Balmis es el nombre de la operación del ejército para contención del Coronavirus. Pero Balmis fue un heroico doctor que salvó a América de ser arrasada por la viruela. Lo hizo usando a los niños de un hospicio para transportar la vacuna y superar los meses de travesía en barco. Aquellos heroicos chicos y chicas son anónimos, como los nuestros ahora, superando con generosidad cada día otros virus que han sufrido desde pequeños: malos tratos, abandono o fracaso escolar. Supongo que los héroes deben seguir siendo anónimos, pero a igual responsabilidad, iguales derechos, incluyendo los derechos de protección.

Jorge Hernández Gómez, Casa Escuela Santiago Uno (Salamanca)

Abandonados a su suerte

Ahora que el mundo se para y la vida queda en suspenso, que gracias al estado de alarma volveremos a ser todos españoles, o eso dicen; ahora, que se agradece el esfuerzo a los servidores públicos para que la sociedad siga adelante, y que hace años fueron abandonados a su suerte, mal pagados, mal valorados y peor dotados de medios para ejercer su trabajo; ahora, que sigue existiendo un colectivo que nadie nombra, ni piensa en su labor, ni agradecerá su esfuerzo, ellos seguirán haciendo de policía sin serlo, apagarán fuegos sin ser bomberos, ayudarán al que lo necesite sin ser una ONG, orientarán sin ser psicólogos, por puro sentido común. Salvarán vidas sin ser de protección civil ni de la UME, y lo harán por la convicción de que cuando salvas a uno nos salvamos todos. Pero no los veremos en un informativo: su trabajo se desarrolla tras los altos muros de hormigón de la indiferencia, el desconocimiento y el prejuicio. Nunca reciben el aplauso público, ni el ánimo de sus superiores, y pese a todo ahí están, cumpliendo su deber. Ya sabe quiénes son: los funcionarios de prisiones, que intentarán calmar, hacer cara a cara lo que sus superiores no tienen el valor de afrontar. Sin guantes ni mascarillas, sin lo más esencial, en plena pandemia.

Felipe Soriano (Valencia)


…mona se queda

Desde que empezó el confinamiento hemos sido testigos de demostraciones de apoyo desde los balcones que ponen los pelos de punta, policías que bailan y cantan canciones infantiles… una unión y un sentimiento de comunidad que parecía perdido y desfasado. Pero la semana pasada tuve que salir para visitar a un familiar en el hospital y alguien me gritó desde un balcón: «Vete a tu casa».  Me sorprendió y me sentí vigilada, pero creí que había sido algo aislado. Sin embargo, esta semana he asistido, con pena, a un nuevo fenómeno que surge de los balcones y que ya no me gusta: nos hemos convertido en jueces y ejecutores de nuestros vecinos, cuestionando que estén en la calle y, a veces, increpándolos… Sí es cierto: hay personas que con un nulo sentido de la solidaridad y el deber se saltan la cuarentena, pero también hay quienes salen con motivo y no creo que necesiten justificarse ante quienes miran por las ventanas. La adversidad saca lo mejor de nosotros mismos, pero también es cierto que aunque se vista de seda, la mona…

Oihana Lopez de Sosoaga, Vitoria (Álava)


Crónica del confinamiento

Cuando empezó la reclusión me planteé unos objetivos a corto plazo: mantener la salud, aprovechar el tiempo, ayudar a mi entorno, disfrutar… Me propuse: cumplir el decreto de estado de alarma; relajación para resistir mentalmente; mantener la forma física (estiramientos, bici estática); contactar telemáticamente con familiares y amistades; organizar, ordenar y bricolaje del hogar; ensayar nuevas recetas culinarias; realizar cursos on-line masivos y abiertos; leer, oír y ver las obras deseadas pendientes; reflexionar y replantearme mi proyecto de vida para después de la crisis. Transcurridas las primeras semanas, hago balance y el resultado me desmoraliza: he perdido tiempo en las redes sociales y en seguir compulsivamente las noticias; me he convertido en un hipocondríaco. Y estoy angustiado por tanto drama humano y preocupado por el futuro de la economía. Espero que esta crisis acabe cuanto antes y que en el tiempo que aún estaremos enclaustrados pueda enmendarme y ser más eficaz.

Fernando Serrano Echeverria. Eibar, (Guipúzcoa)


Raro

Suena el despertador, como cada día: arriba, en 20 minutos trabajando, solo se oye el ventilador del ordenador. Raro: son las 8, ni un claxon, ni un coche, ni un patín. Raro, no podemos tomar café, nadie pregunta por una calle, qué silencio más estruendoso, una vía céntrica de Madrid. Raro: tres colegios alrededor, ni un niño; tres obras mastodónticas, ni un obrero; las mejores tiendas de la city, ni un cliente. Raro… Pero aquí estoy yo, esencial, como ayer, como el año pasado, y el otro… Nací en esto, 64 años después me entero de que soy esencial, yo no, mi kiosco de prensa. Raro.

Juan Araújo Fresneda (Madrid)


Gracias, Chequia

Al despertar hace dos domingos, mi mujer (de nacionalidad checa) me contó que su país había enviado a Italia y España un cargamento de 20.000 trajes para sanitarios, entre otros artículos. Solo quiero agradecer a este país su ayuda. Ha sido el primero de nuestro entorno en responder a nuestra llamada de auxilio. Lo hizo desinte-resadamente, teniendo en cuenta, además, que ese material es también necesario allí. Chequia, un país hace poco criticado por no seguir al pie de la letra los dictados de la Unión Europea, acusado falsamente de racismo por creer que la crisis de los refugiados se debería resolver de otro modo, ha dado una gran lección de europeísmo a todos. Una lección de humildad para esos otros grandes países proeuropeos que, ante la solicitud de ayuda de Italia, cerraron sus fronteras a la exportación de ciertos materiales. Una lección de humildad también para nosotros, que, como nación, muchas veces miramos por encima del hombro a estos países mal llamados ‘del Este’ (la mayoría son centroeuropeos). La UE se construye con acciones como esta y no con palabras que, ante las dificultades, se evaporan. El peso de los países no se debería medir por el PIB, la población, o los kilómetros cuadrados, sino por el corazón de su pueblo. Eternamente gracias, Chequia.

Francisco Sánchez Témez, Praga (Chequia)

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Cambios

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Cambios

EL BLOC DEL CARTERO

No somos aún del todo conscientes, pero estamos viviendo una transformación, en nuestro modo de vivir y ver el mundo y vernos a nosotros mismos. Se trata de una transformación verdadera, radical y universal, a diferencia de otras en las últimas décadas que gurús a sueldo nos vendían una y otra vez como el fundamento para invalidar las antiguas reglas de convivencia que a sus pagadores no les convenían o les estorbaban el negocio. El coronavirus ha dejado al aire la urdimbre frágil de nuestras sociedades y de esa globalización estupefacta por la que hasta su llegada nos dejábamos de mejor o peor gana arrastrar. Si somos conscientes de las advertencias que nos transmite, habrá cambios significativos en nuestra forma de pensar y actuar. Y como dice un lector, serán razonables.

LA CARTA DE LA SEMANA

Medicina basada en la esperanza

Contra el COVID-19, la situación es tal que ni podemos basarnos en la experiencia, solo hacer medicina basada en la esperanza: en la de que los fármacos que usamos funcionen, o al menos no dañen al paciente; en la de que el paciente que mejora no se descompense al salir del hospital y mañana siga vivo; en la de que nuestros pacientes  no necesiten un respirador, que acaso no tengamos; en la de que, tras visitar a uno de ellos, no nos llevemos de paseo el virus, propagándolo más; en la de que el paciente comprenda que estará ingresado por un tiempo indeterminado y solo; en la de que no haya desabastecimiento de uno de los pocos tratamientos que tenemos; en la de que la sociedad comprenda la gravedad de todo y obedezca las instrucciones y no vaya a Urgencias para que la atiendan más rápido, le actualicen las recetas o le den una baja (para eso existe la Atención Primaria) ni atente contra la salud pública, solo porque se aburre. Esta es la medicina que nos toca ejercer, en la esperanza de que esta crisis sanitaria se convierta pronto en el recuerdo de una experiencia vital sin precedentes y nos deje el conocimiento de lo que ya era evidente: sin Sanidad Pública, no se puede sostener la sociedad.

M. U. Barcelona


Cambios razonables

Desde la autoridad que me confiere acabar de suspender Biología I en la UNED, he de decir que, independientemente de la naturaleza del bicho y de si la cobertura es lipídica o de aminoácidos, nuestra vida va a cambiar un poco, dentro de lo razonable. No contamos a los miles de familiares de víctimas, que en paz descansen, cuya vida sí ha cambiado para siempre. 1) Espurrear perdigones por medio de estornudos, toses o discusiones acaloradas como un surtidor de jardín del Leroy Merlin no es lo correcto, con virus o sin virus. Hay que cubrirse o al menos apuntar hacia el suelo. 2) Lavarse las manos antes y después de comer o miccionar no es una engorrosa medida debida a una epidemia mortífera. Es lo normal. No tengo por qué empuñar la manija de la puerta del baño detrás de un individuo que no toca el agua, no vaya a ser que sus manos pierdan la esencia de su ser. 3) Tumbarme sobre la persona que se sienta a mi lado en el transporte público no es adecuado. Las personas que convivimos con gente tenemos costumbre de esquivar trayectorias y de evitar el contacto innecesario. Atención a porteadores (y porteadoras) de mochilas y bolsos: no tienen por qué contactar con el resto de usuarios. Y si ello sucediere, lo conveniente es pedir perdón. 4) Tema aparte va a ser lo de usar mascarilla en lugares públicos. Vergonzosos sociales como somos, nos va a costar más, después de decenios cachondeándonos de las turistas japonesas. Pero «ye lo que hay», que dicen les asturianes.

Stan Aryas, Collado Villalba (Madrid)


De aquellos polvos…

Soy profesora jubilada, explícitamente doliente, desde que los sucesivos planes de enseñanza fueron bajando el nivel y los saberes. Los libros de texto, en escandalosa sucesión, se amenizaron con infinitos dibujos que en vez de optimizar, corroboraban la atomización de las materias. Quince asignaturas inanes y múltiples grupúsculos en cambiantes siglas destinados a repartir aprobaditos, sin digerir bocado. Alumnos partidos de risa al recoger sus notas. Y grabada a fuego esta queja en confesión de alumnos brillantes: «No nos enseñan para saber, sino para aprobar». De igual modo, siguió la escalada hacia la Universidad. Cantidades ingentes en másteres de lo más variopinto. Entre tanto, profesionales de la medicina en desperdicio, rompiéndose los cascos por mor de unas competencias lingüísticas que han incrementado el pecunio de sus tinglados. Un coronavirus sin piedad ha puesto en evidencia ese desprecio por la Ciencia. Nuestros estudiantes confinados se merecen toda la ayuda, el respeto y los medios virtuales, toda oportunidad esforzada, antes que matar su estímulo repartiendo la indignante limosna de un aprobado general.

Mercedes Piñón Cotanda, Onda (Castellón)


Ojalá fuera  un perrito

Llevo muchos días explicándole a mi hijo pequeño por qué no puede ver a sus amigos ni ir al parque ni salir a la calle. Le explico que es para proteger a los abuelitos. Él cada día me pide salir, aunque sea un ratito, me dice. Le digo que no puede ser; que el ‘bicho’ está aún fuerte. Él ve la tele, el comportamiento de algunos degenerados que no respetan la cuarentena y me pregunta por qué ellos salen. Le digo que porque son gente mala. Ayer se puso a mirar por la ventana y me preguntó: «Papá, ¿los perros son malos también?». «No, ¿por qué?». Él sigue: «Entonces ¿por qué salen?».  «Porque tienen permiso y sólo un ratito». Él dice: «Papi, es eso lo que yo pido, sólo un ratito, ojalá fuera un perrito». Y qué le contesto yo, cuando un perro tiene más derechos que los niños. Un aplauso a todos esos niños que, sin acabar de entender esto, lo soportan y respetan.

Arturo José García López (A Coruña)


 


¿Por qué?

Novecientos muertos en un accidente de avión y, según de dónde sea, ¡ay!, se para el mundo; novecientos muertos por un tsunami y, ¡ah!, según dónde sea, se para el mundo; novecientos muertos por un atentado y… más de lo mismo. Número indeterminado de fallecidos en un poderoso país vecino y ¡se ‘inundan’ las redes de banderas! Todos transmiten sus condolencias, intentando ser parte de ese pueblo marcado por la tragedia. Ochocientos cuarenta y nueve muertos el lunes, ochocientos sesenta y cuatro el martes, novecientos cincuenta el miércoles, novecientos treinta y dos el jueves… Y tengo que disfrazarme, coger la guitarra, salir a bailar. ¿De dónde somos? De España. ¿Dónde ha ocurrido? En España. ¿Dónde están las banderas apoyando a todas esas familias que han perdido a un ser querido y ni siquiera han podido despedirlo? No lo entiendo y me duele. Yo no pongo banderas, nunca lo he hecho, y no por eso deja de dolerme cualquier tragedia.

María Mayo Castro. Outes (A Coruña)


Mi madre

Mi madre no sabe de pandemias ni de estados de alarma. Vive en su confinamiento particular, del que a veces sale, rescatada por una mirada, una sonrisa o una caricia. Pocas veces sirve una palabra. Ya el verbo hace tiempo que no la atrapa. Mi madre a veces tiene miedo y llora, desconsolada, con mi impotencia como testigo por no ser capaz de calmar su angustia.Me confunde con quién sabe quien, peguntándome dónde estoy yo misma o interesándose por los hijos que no tengo. A veces se rebela contra quienes la cuidamos por percibirnos carceleros. Mi madre no es consciente de lo afortunada que es por permanecer en su casa, tal como ella quería. Reclama la presencia de sus hijos sin saber que ellos viven su propio confinamiento.

Victoria Rubio Tomás (Valencia)


Experiencias de un capellán

Lo que estaba temiendo de un momento a otro llegó para mí a media mañana del lunes: me avisaron de la Urgencia para que administrara la Unción de los Enfermos a una persona de 94 años, con patología previa, confirmada de coronavirus. Administré el sacramento piadosamente, con tranquilidad y respeto, a la par que adoptando todas las medidas previstas por el protocolo sanitario, contando en todo momento con la ayuda inestimable del personal de enfermería. El paciente, confortado espiritualmente, me consta que también se sintió anímicamente reconfortado. A esa actuación fueron sucediéndose y con cierta periodicidad otras similares, procurando seguir la disciplina establecida y esforzándome siempre en infundir en la persona postrada un trato personal, sosegado y apaciguador. Acompaño esas urgencias reforzando los momentos de oración ante el Sagrario para que el Señor me asista y auxilie con su paz, para así yo asistir y auxiliar a aquellos a los que la atención hospitalaria me va confiando. En cualquier caso, procuro un espacio suficiente para pedir perdón por aquellas ocasiones durante estas semanas (seguro que las hubo, haya sido o no yo consciente) en las cuales no he obrado con la serenidad requerida por las circunstancias, permitiendo que aflorasen muestras de vacilación, de angustia y de miedo.

Julián Esteban Serrano. Capellán del H.C.D. Gómez Ulla (Madrid)

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